René VALENCIA A siete años de comenzar el sueño de escalar el monte Everest, el alpinista poblano Aldo Valencia Corona aseguró que el reto más desafiante no fue alcanzar la cima más elevada del mundo, sino lo que le tocó presenciar antes de descender, como los fallecimientos de otros compañeros en el camino y soportar la soledad del viaje; al final, se siente agradecido, pues aprendió a apreciar lo que realmente vale en la vida. Valencia Corona relató en entrevista con esta casa editorial que su aspiración nació de imprevisto en 2009, cuando decidió que uno de sus objetivos era escalar la cumbre asiática, por lo que puso manos a la obra en los siguientes siete meses para cumplir su objetivo y demostrar que los imposibles son inexistentes. “No me importaría morir haciendo algo así, de hecho preferiría morir así que sufriendo en un hospital adolorido por meses a consecuencia de ‘x’ enfermedad, pero tampoco me quiero morir ahora; entonces, no importa lo que haga, siempre intentó hacerlo bien, trato de buscar la mejor forma e incluso soy consciente de que si algo se ve muy riesgoso no lo voy a hacer, ante todo está la seguridad”, expresó. Aldo explicó que la aventura arrancó con el apoyo de su amigo Adolfo Parra, quien escuchó sus planes y los tomó de buena forma; a partir de ese año, tras sus jornadas laborales como administrador de empresas en la armadora de Volkswagen Puebla, dedicaba cinco horas de ejercicio cardiovascular, natación, yoga y gimnasio; mientras que el fin de semana escalaba y corría en el volcán Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba. El montañista poblano explicó que durante su preparación consultó con su amigo varios datos de importancia, como los tiempos de recorrido; por ejemplo, una expedición debía concretarse entre abril y mayo, por lo que optaron seguir con la preparación en zonas montañosas de Perú o Colombia, lo cual no sucedió por problemas de agenda, aunque eso no aplacó los ánimos. “Realmente empecé con esto porque mi meta y mi sueño era alcanzar la cima del mundo, pero nunca había escalado antes de eso, aunque había hecho mucho ejercicio, pero el alpinismo me había decidido a hacerlo durante el 2009, porque si tienes el sueño o quieres lograr algo, hay que trabajar por ello”, añadió. La revancha con la cumbre Tras cumplir el objetivo, Aldo decidió incursionar en otros deportes, como el paracaidismo y el ciclismo de montaña; sin embargo, unos años después los amigos reavivaron su ambición por dominar una montaña; el K2, la segunda montaña más alta del mundo, fue la primera opción, pero era más peligroso, por la amenaza del terrorismo presente en la zona de dicha elevación, por lo que desistió. En vista de sus escasas oportunidades, Valencia decidió retornar al Everest, esta vez en la cara norte, para darle a la experiencia una vista diferente, pero una vez iniciado el trayecto tuvo que suspenderlo, pues el 25 de abril de 2015 el Himalaya fue azotado por un terremoto que cobró la vida de más de 8 mil personas, por lo que el gobierno chino le solicitó su salida inmediata. “Entras en shock, porque te das cuenta que sí se muere la gente, lo sabes, porque lo vi en películas, en reportajes, lo escuché y o leí, pero hasta que no lo ves ahí te quedas en shock, aunque estuve un par de días pensando en seguir”, recalcó. Fue en 2016 cuando Aldo decidió volver a abandonar todo de forma temporal, para irse con unos amigos argentinos a encarar un nuevo reto, el cual disfrutó aún más que la primera ocasión, debido a su madurez adquirida en el alpinismo; además, esta vez permaneció en la cima por 40 minutos y dejó una bandera de San Andrés Cholula, municipio que patrocinó una parte del viaje. De regreso en Puebla, Valencia se dedica a su trabajo en energías renovables, pero ya planea emprender en diciembre escalar el Aconcagua de Argentina, la montaña más alta de América y, en 2017 ir al Polo Sur a realizar una caminata en su planicie. “En esta vida todo es posible, pero no puedes hacer todo al mismo tiempo, porque si lo intentas así una cosa te da o a la mejor ninguna, por querer hacer tanto; después de las tres ocasiones que he vivido el Everest, aprendí que puedes querer demasiado, pero para lograrlo sólo debes de organizarte bien”, expresó. De visita con la Madre del Universo Una vez llegado el momento de la partida, Aldo era consciente de que en el Himalaya debía estar listo para desistir cuando su vida se viera comprometida; no obstante, el optimismo por llegar era alto, lo que facilitó el inicio de la expedición. A pesar de ello, lo más duro en la nieve fue descubrir la vulnerabilidad de la vida. El alpinista recordó que pese a que por momentos disfrutaba la soledad, a la larga podía convertirse en un martirio, sobre todo por no poder compartir uno hecho tan importante de su vida, además del hartazgo de consumir una dieta basada en harinas y carne blanca, lejos de los tacos de la ciudad de Puebla. Valencia llegó a la conclusión de que el festejo no estaba en alcanzar la cumbre, sino regresar de ella. “Realmente mi sueño era estar una vez en la cima del mundo y ya, pero tampoco sabía que lo iba a lograr, porque de no escalar nada a escalar el Everest no es tan sencillo, ni tan factible, pero llegué”, subrayó. Durante el trayecto, Aldo presenció que con la exposición de los ojos a los rayos del sol proyectados sobre la planicie nevada algunos excursionistas sufrieron ceguera temporal; además, vio cómo las extremidades de otros alpinistas se congelaban; sin embargo, su recuerdo más impactante se dio el 23 de mayo de 2010, cuando la cima, cuando descubrió varios cadáveres repartidos en el suelo, abandonados por la dificultad del descenso. Valencia agregó que al llegar a la cumbre, lo primero que hizo fue descansar un momento; tras 2 meses de recorrido, gozó de la cima por sólo 20 minutos antes de emprender el regreso. Aldo reconoció que la llegada tuvo poco de heroico y solemne y por el contrario, el reto fue afrontar el camino de vuelta, en el que incluso perdió la vista por un día. “En mi caso, cuando veía los cuerpos era pensar que el muerto estaba allí y verlo, para enfocarme en no terminar como él, por lo que sólo quise seguir adelante y no detenerme hasta llegar al siguiente campamento o a la cumbre, pero también es parte de la motivación que uno solito te vas dando, la cual es necesaria después de tanto tiempo”, mencionó. |