Gabriela Chumacero llega al Congreso de Puebla como la primera mujer trans electa, marcando un hito en la representación política y el impulso de agendas sociales en México. Un paso crucial hacia la inclusión y la paridad de género en la política
Ya es lugar común decir que en México la democracia es frágil y pareciera que siempre está en ciernes, claro, hablando del sistema formal e institucional de la democracia, podríamos afirmar eso. Y es que la democracia liberal que suele ser vertical, es de la que se habla y discute desde los espacios de opinión pública; en este ejercicio dominado por los partidos políticos, en el siglo XXI mexicano se han ido modernizando los mecanismos de representación, que es donde vive otra de las formas de democracia que podemos observar en México, la horizontal, es decir la de los grupos sociales, la de la participación ciudadana que parte de la organización desde abajo, como la conceptualiza el investigador Juan Francisco Reyes del Campillo Lona, de la UAM.
En ese contexto, observamos que desde hace algunos años ha habido una batalla dentro de los sistemas formales de la democracia para incorporar la representación de diferentes actores sociales que per se, impulsarían agendas ciudadanas, dentro de los cargos de elección popular, y que se ha visto reflejado en la obligatoriedad de los partidos de dotar de espacios equitativos para estas poblaciones (diversidad étnica, personas con discapacidad, LGBTTTI+, migrantes…) en términos de participación en la democracia vertical.
Esto ha generado que los partidos, instituciones patriarcalizadas y hegemónicas, en lugar de incorporar no solo a sus documentos fundacionales y programáticos sino a las agendas legislativas, las prioridades sociales, se resistan a abrazar en lo sustantivo las causas de quienes representan dichas agendas e incluso a ocupar esas posiciones para colcar a hombres cis, donde debería haber mujeres trans como parte de la paridad de género.
¿Es importante que alguien como Gabriela Chumacero por la vía plurinominal haya llegado al Congreso de Puebla?
Mucho.
Es histórico sí, que por fin una mujer trans asuma un cargo partidario de representación legislativa en Puebla, y hay que celebrarlo, pero ello debe leerse no sólo como un logro histórico, sino como un mecanismo de incidencia en las agendas que Gabriela y muchas otras personas abrazamos desde la participación horizontal.
Es decir, trascender lo anecdótico, para impulsar no sólo en el Congreso, sino sobre todo, en las agendas legislativas de la coalición mayoritaria la agenda social, porque de nada sirve tener representaciones obligadas por la ley electoral, si no se van a priorizar las causas de estas representaciones en el quehacer partidario.
Y ahí radica el valor del siguiente paso, la construcción real, material, de una mirada incluyente por parte de Morena y sus aliados, lo que significa que eventualmente no importe si se logra llegar con una representación física, sino que sobre todo haya una representación prioritaria en la agenda pública de cada partido, para que no se evite salir por la tangente con los temas sociales, como ya vimos que pasó con el aborto durante dos legislaturas o con la propia Ley Agnes durante 9 años, o el matrimonio igualitario, y sólo se responda afirmativamente cuando la coyuntura sea inevitable.
Es decir, democratizar hacia la horizontalidad, lo que hoy sigue siendo vertical.
Eso necesariamente pasa por la despatriarcalización de los partidos, al menos de los que se nombran progresistas, en sus programas formativos y en la defensa de sus principios y valores, es decir de una ética, que se transforme en práctica cotidiana, lo cual evitaría en gran medida el chapulineo que la laxitud ideológica y el pragmatismo electoral, promueven.
No hay que olvidar que si todas estas representaciones existen hoy, si la movilización social ha llegado a este punto de interacción y diálogo no es gracias a los partidos políticos y sus dueños, es gracias a la lucha compartida, colectiva, a muchísimas personas a las que incluso les costó la vida llegar a este punto de la historia democrática de nuestro país.
En honor a esa marcha colectiva, es que tiene que haber una defensa cada vez más férrea de cada agenda en cada espacio ganado y la exigencia de apertura y congruencia ideológica a los partidos, no todo deber ser leído en términos electorales, está también la deuda con la dignidad.
Es en ese sentido también, que no se deben desaprovechar estas oportunidades y defender estos espacios dentro de la institucionalidad, porque no se tendrán siempre.
Hay que abrazar la agenda de Gaby y acompañarla, construir lo que falta y hasta donde se pueda.
Dignificar el trabajo legislativo, para que sea un auténtico espacio de representación horizontal. |