Martes 04 de Diciembre de 2012 |
| Jaime Oaxaca Total, es pa’ la México ¿Qué es lo que le da la importancia o categoría a una plaza de toros? ¿La ciudad en la que está ubicada?, ¿el aforo?, ¿el trapío del toro que ahí se lidia?, ¿el conocimiento y exigencia del público que regularmente asiste al coso en cuestión? ¿Qué será? Los reglamentos determinan la categoría por el aforo; la otra categoría, la que da la afición del país, se concede por el tipo de gente que acude a los tendidos. Evidentemente no se les hace un examen de conocimientos cuando entran a la plaza, pero su comportamiento durante los festejos, el grado de exigencia, es como demuestran los aficionados si chanelan o son barcos. La plaza México es la más grande del mundo, la más cómoda, existen frases para darle caché al coso. La que da y quita le dicen por la enorme difusión que tiene lo que ahí sucede. Así que, en estricto apego de lo que se presume, La México tendría que ser la plaza con mayor jerarquía en este país. No obstante, el asunto tiene sus asegunes. Vayamos a lo más reciente. Hace una semana se lidió un encierro de Xajay en el Nuevo Progreso de Guadalajara, con toros de esa misma dehesa se inauguró la temporada capitalina hace seis semanas. ¿A qué plaza considera usted que debieron mandarse los toros mejor presentados? Si partimos de todo lo que se presume de la plaza de la capital del país, el ganadero Xajay debió enviar el encierro con mejor presencia a México y no a Guadalajara. Sin embargo no hay más que ver las fotos para darse cuenta que Xajay mandó lo más serio, lo más grande a la perla tapatía. Los ganaderos suelen decir que cada plaza tiene su toro y su trapío, entiendo que es una forma elegante de decir que en algunas plazas son bobos y en otras no. Otra prueba de que La México no es lo que se dice, fue el encierro de Marco Garfias lidiado el pasado domingo en la corrida número siete. Dio la impresión que el ganadero limpió sus corrales aprovechando que el público capitalino todo traga. Y el ganadero no se equivocó. El bonachón público de la plaza más grande del mundo, la más importante de América, fue incapaz de pitar alguno de los bureles potosinos. Salvo un par de toros, la verdad es que el encierro carecía de trapío. Destacó un castaño con una cornamenta capacha, gacha; como de borrego comentó alguien que estaba cerca de mí, feo el toro como él solo. Si el bicho salió bueno o malo es hebra de otra madeja. Sencillamente una cornamenta tan capacha que le resta trapío al burel, no corresponde a una plaza de primera categoría. Un toro con apariencia de borrego-búfalo nunca debió ser enviado por el ganadero. El que abrió plaza, para que confirmara la alternativa uno de diestros los que más torearon este año en España, tenía un cornamenta irrisoria, chiquitita, indigna de una plaza de primera, pero a veces es posible limpiar corrales y esta vez se pudo. Quizá Marco Garfias dijo: total, es pa’la México. |