Martes 11 de Diciembre de 2012
Jaime Oaxaca  Los toros no tienen palabra de honor, ¿o serán los ganaderos? “Ojalá los toros tengan palabra de honor”, declaró José Joaquín Marrón, propietario del hierro de Marrón, en el patio de cuadrillas minutos antes de que iniciara la octava corrida del serial que se realiza en la monumental plaza de toros México.¿Acaso el ganadero no sabía la clase de toros que vendió?Será uno de esos que sólo se hacen criadores de bravo porque tienen harta hectárea de tierra y abundante oro aunque no puedan diferenciar ubres de escrotos, que sólo por el estatus y la adulación se meten al medio.No lo sé. Por lo tanto ni lo afirmo ni lo niego, el caso es que el ganadero pegó un petardo estruendoso.“Los toros no tiene palabra de honor”, famosa frase acuñada hace muchos años por un ganadero, quien le sabía al asunto de los empadres, se fue degenerando hasta convertirse en una franca forma de evadir responsabilidades.Es perfectamente entendible que los toros como seres vivos tengan temperamento y algunas veces sean caprichosos en su comportamiento, pero el que es bravo, siempre es bravo. Y el hato que se lidió de la dehesa de Marrón fue pésimo.Por principio de cuentas la presencia. El encierro estuvo falto de trapío, los hubo cariavacados, anovillados, algunos sin morrillo. Esa poca presencia quedó muy lejos de la arrogancia que debiera tener todo el ganado que tendría que lidiarse en la plaza más grande del mundo. ¿La falta de trapío será porque los toros no tuvieron palabra de honor?Por lo que respecta al juego ofrecido en el ruedo, también los de Marrón quedaron a deber. Fueron: descastados, bobos, sosos, insípidos, aburridos, débiles. ¿También habrá sido porque les faltó honor en la palabra?¿A poco el ganadero no sabía cómo iban a salir los bureles? Caramba, si todo mundo lo sabía. Manzanares también lo tenía presente, si por eso escogió Marrón, para no arriesgar su persona; apostó a la ilusión o la “palabra de honor” de que le saliera uno como el sexto de la tarde: bobito, sosito, inofensivo, pero con un poquito de fuerza para que él pudiera jugar al toro.Surgen algunas preguntas: ¿Cuáles serían las notas de tienta de los seis animales que se lidiaron?, ¿qué seleccionaría el ganadero para aprobar a las vacas de vientre?, ¿con qué sementales las cruzarían?La ficha de la ganadería menciona que Marrón tiene sementales de Garfias, de De Santiago San Martín, quizá sean de esos sin un ápice de bravura, que meten la cabeza a la muleta sin transmitir peligro, propiedad a la que le dicen nobleza y por eso se confunden. Si desde el principio le dijeran bobería, quizá los ganaderos tendrían más confianza en sí mismos y no dejarían que la calidad de los toros dependiera de la palabra honorífica de los propios bovinos.Es evidente que los ganaderos entendidos de la crianza de bravo conocen perfectamente lo que venden, tienen una idea bastante clara del juego que darán las reses vendidas, saben lo que va a funcionar y lo que no. Lo malo también lo venden, ni modo que lo maten; total, con declarar que los bovinos carecen de honorabilidad en su hablar todo queda solucionado.De verdad usted cree que los toros no tienen palabra de honor, ¿o serán los ganaderos?