Lunes 13 de Mayo de 2013
Hermoso berrinche Jaime OAXACA Hace unos días, en la primera corrida del serial poblano actuó el rejoneado español Pablo Hermosa de Mendoza. No me causó sorpresa enterarme que el famoso rejoneador, el san Pablo de los empresarios, había armado todo un tango para lidiar en esa corrida segundo y quinto de la tarde, en lugar de primero y cuarto como indica el reglamento. Desde luego es el pan de todos los días en casi toda la república. Ya el año pasado Pablo había violado el reglamento sin que nadie supiera por qué. Cabe aclarar que tiempo atrás el rejoneador hispano sí había cumplido con las legalidades en El Relicario; de momento recuerdo una vez que alternó con El Pana. Circunstancialmente me enteré de lo sucedido hace unos días, la forma en que Pablo pisoteó las leyes taurinas. Contra la costumbre de la mayoría de los toreros aquel sábado 27 Hermoso de Mendoza asistió al sorteo. Cuando se enteró que se pretendía cumplir con el tan mencionado Reglamente dijo que si él no mataba en el lugar que quería, entonces no iba a torear. No fue el apoderado de Hermoso de Mendoza, fue el propio Pablo quien discutía con el juez de plaza Javier Alarcón; Pablito estaba montado en su macho. Si usted hubiera sido el empresario ¿a quién le hubiera dado la razón a la autoridad o al torero? Cuentan que el empresario le dijo al juez que aceptara lo que el navarro pedía, que la empresa ya había recibido la confirmación que el gobernador iba a asistiría a la plaza, que Alejandro Martínez Vértiz, el empresario, cubriría las multas a que se hiciera acreedor el torero español, pero que, como el gobernador iba a asistir, no podía suspenderse. Evidentemente al juez lo asustaron con el petate del muerto, con el góber en el tendido, o sin él, la corrida no se hubiera suspendido. Las multas -si existieron- nadie la pagó. Los únicos que podían impedir que el jinete se saliera con la suya eran los alternantes, pero uno es hijo del ganadero y al otro lo apodera Jorge Canales, el mismo que lleva los poderes de Hermoso; los toreros no pudieron ejercer su categoría taurina y se sometieron. A La hora de la corrida nadie del público protestó, ni se percataron. Es más, la gente va a ver al rejoneador, si solo hubiera salido a torear Pablito casi a nadie le hubiera importado. ¿Cuál es la idea de comentar el detalle a tantos días de distancia? Pablo ya ni está en México, el jueves reaparece en Lisboa, ni modo que se le reclame. El hecho es destacar lo que siguen haciendo la mayoría de los extranjeros en México, constatar que la conquista no es cierta que ya terminó, que los ultramarinos imponen toros chicos y se llevan el billete grande, siguen dejando espejitos y llevándose el oro. La cuestión rebasa el hecho taurino, hasta sentir pisoteados la dignidad y el honor, pero como dice el refrán: no tiene la culpa el indio… No sólo es Pablo, también es Ponce, El Juli, Castella, Talavante, todos vienen a pisotear empresarios, público y a toda la fiesta mexicana. De ellos hay que esperar un hermoso berrinche.