Miércoles 04 de Septiembre de 2013
Sabor a pachanga Jaime Oaxaca. Qué grato sabor de boca dejó en los aficionados Juan Pablo Llaguno, el torero debutante de la novena novillada del serial que se realiza en la plaza México; qué pena que al final, el festejo tuviera tintes pueblerinos. Con un detalle Juan Pablo mostró que sabe estar en el ruedo, que entiende su jerarquía ahí. El chaval bregó y llevó al caballo a su novillo, después del quite fue a ocupar su lugar afuerita del burladero de matadores. Los subalternos se hacían bolas para cubrir el tercio de banderillas, Fernando García tenía el par en las manos pero le indicaba a Rafael Romero que le pusiera al novillo más cerca, lo que implicaba más capotazos; la gente protestaba la petición de Fernando, para colmo el novillo desarmó a Rafael. Con la jerarquía de matador y los conocimientos taurinos Juan Pablo intervino. Bregó para poner al burel en suerte, se colocó el primer par; continuaron bregando los peones. Sucede que la mayoría de los novilleros les tienen más miedo que confianza a los subalternos, algunos de estos suelen ser méndigos. La prueba fue en el quinto novillo, Ávila de la Torre no podía descabellar y sus peones no ayudaban a que el novillo humillara. Total, Juan Pablo Llaguno Romero, nacido en Querétaro hace 17 años, le cayó bien a la gente, es un diestro bajito de estatura con carisma y personalidad. Toreó bien con capote y muleta y el público captó que en él hay un torero importante, aún tiene deficiencias con las espadas. Su padre, matador del mismo nombre, permaneció tapado en el burladero todo el tiempo, Manolo Mejía es quién está detrás de él dándole instrucciones. Mejía sabe un rato de este asunto, ojalá no le dé coba. A Mezquite, un negro de Xajay que según el pizarrón tenía 4 años y 4 meses pero según su cornamenta aparentaba 3 años y 3 meses, Juan Pablo le hizo una buena faena, sobre todo en la zona de toriles, el público estaba entregado. Cayó como balde de agua fría el pinchazo, al segundo intento dejó la estocada; el novillo no caía, el público no dejaba que Juan Pablo descabellara, quizá porque había estado fatal en el anterior. Por fin dobló el de Xajay, habían transcurrido más de los 12 minutos y el juez de plaza no mandó el aviso. Era notoria la petición en el tendido. Muchos coincidían en que se iba a conceder la oreja mejor ganada de la temporada; sorpresa: Jesús Morales soltó las dos, provocándose la división de opiniones. Incomprensiblemente se ordenó arrastre lento para el de Xajay, un astado que se había rajado durante la faena de muleta. Cuando el alguacil entregó los premios al torero las protestas sonaron fuerte. Lo que pudo ser un triunfo rotundo con el corte de una oreja, terminó en marcada división de opiniones. Javier Sordo se atrevió a dar la vuelta al ruedo acompañando al novillero, al ganadero se le habrá olvidado que mandó dos novillos como para festival: feos y malhechos. Lógico, Javier Sordo fue duramente pitado. Con premios excesivos y vueltas al ruedo inmerecidas de los ganaderos, el grato sabor de boca de las buenas faenas se transforma en sabor a pachanga.