Martes 10 de Diciembre de 2013 |
| Jaime Oaxaca Rafael Herrerías Olea tiene el dominio de lo que sucede en la plaza México, con la premisa “acá se hace lo que yo digo”, el fulano hace y deshace a su antojo; como consecuencia la fiesta capitalina ha caído en franco vituperio. Herrerías siempre ha pugnado y peleado por la autorregulación de la fiesta de los toros, ahora la ejerce. Todo es suyo, en La México no se mueve ni un granito de la arena del ruedo sin su voluntad. Bueno, no tanto, hay dos cosas que aún no controla: el clima y la reacción del público, hablo del público independiente no de los grupos y porras aplaudidoras. El poderío herrerista llega hasta la mismísima delegación Benito Juárez, tanto que palomeó a las personas que están como autoridades de plaza; los jueces Roberto Andrade y Miguel Ángel Cardona ya no están. Todos los obedecen: jueces de plaza, autoridades de callejón y el veterinario, si acaso el asesor Pedro Vargas se salva de la quema, el hombre es capaz de verter opiniones propias, ya lo correrán. Quitaron como veterinarios a los incómodos Santiago Aja y Benjamín Calva. Desde el año pasado a Aja y hace un par de meses Herrerías pudo deshacerse de Calva, quien durante casi dos décadas fue la piedra en su zapato. “Soy el diarreico visual del empresario -decía el prestigiado Calva- es que me ve y se caga”. Hay más aún. Herrerías, tan en contra de las comisiones taurinas, ahora tiene la suya propia, una que la delegación le puso a modo, porque los actuales integrantes, quitando uno o dos miembros, todos son pro Herrerías. Miguel Alemán Magnani, el socio capitalista de la plaza México, es el asesor de turismo de Miguel Ángel Mancera, el mero mero del Distrito Federal, así que Herrerías Olea es intocable, no ha ley que lo alcance, es como Dios en la plaza México. El poderío se palpó en la corrida número ocho, por todos lados estuvo la mano del empresario. Aprobaron lo del Valparaíso y las reservas, tal como aprueban todas las reses que llegan a la plaza. Total, si algo no gusta cuando haya reclamos se regresa al torete protestado. Así sucedió con un novillote de regalo de Los Ébanos que fue protestado por chico, feo y manso, ese novillo marcado con el No. 947, Alegre de nombre estuvo de reserva desde la 4ta novillada en agosto de este año, entonces pesaba 412 y se llamaba Carismático; ahora le pusieron que pesaba 500 kilos. En plena bronca, Herrerías ordenó que sustituyeran al burel, quizá pensando en que, por manso, le fueran a poner banderillas negras al burel. Un toro de regalo no puede cambiarse según el reglamento, pero la ley es Herrerías. Además del cachondeo del regalo se obsequiaron dos orejas benévolas, que contribuyen al hundimiento del prestigio de La México. Estuvo en el callejón Simón Casas, apoderado de Luque, uno de los empresarios de la plaza Madrid, quien además administra los cosos de Valencia y Nimes y el año próximo Granada. Qué sensación se llevará de la pachanga que le tocó vivir en La México, qué pensará de la oreja que le dieron a Luque, del trapío de los toros, de los dos de regalo. Qué concepto tendrá Simón Casas de Rafael Herrerías, qué opinará de él, de empresario a empresario. |