Martes 10 de Diciembre de 2013
Ángel Soriano Aprobada en lo general por las comisiones Unidas de Puntos Constituciones, de Energía y de Estudios Legislativos, la reforma energética, sin duda, pasará al pleno donde será aprobada por considerarse prioritaria para el desarrollo del país como promotora de bienes y servicios al abaratar el consumo de combustibles para productores y consumidores. De las bondades de la nueva legislación, nadie lo duda; el problema es la desconfianza generalizada en la sociedad hacia el manejo de nuestros recursos, generalmente puestos en manos de una burocracia o un sindicalismo corrupto, que durante décadas han dilapidado el patrimonio nacional a costa de los sectores más vulnerables. Si alguien afirmara que en esta ocasión no será así, bastaría señalar la presencia del senador petrolero Carlos Romero Deschamps, cuyos lujos y prepotencia personal y familiar constituyen una ofensa para las comunidades en situación de pobreza extrema, para los usuarios del Metro que resienten un nuevo golpe a su ya de por si mermada economía con el incremento al precio del pasaje. Y si bien esto puede considerarse como una cuestión secundaria, lo realmente importante no es, cómo se dice, la privatización de Pemex, porque la marca, los edificios, y su `personal, no interesan a las grandes trasnacionales; lo que buscan son las concesiones para explotar la materia prima, los recursos petroleros, las cuantiosas reservas en mar y tierra para explotarlo con nuevas marcas, refinerías y modernos sistemas de comercialización. No es la venta del petróleo, sino la explotación sin límite lo que desean, pues ya han experimentado en otras épocas las dificultades políticas y económicas y, en base a esa experiencia, el sistema de contratos o de concesiones forma parte de los subterfugios legales para acceder a nuestras riquezas y ampliarlas para las multinacionales. Por eso, la batalla dentro y fuera del Senado, como se demostró con 9 votos en contra y el cerco a la Cámara Alta, revelan que la lucha será larga tanto en la tribuna como en la calle, y la cual necesariamente ganará la mejor propuesta si es que, como lo señala el PRD, se va a la consulta popular para que sean las mayorías, más allá de su representación simbólica en el Congreso de la Unión, las que decidan. Desde luego que una determinación como ésta que afecta la soberanía nacional al comprometer codiciados recursos como son los energéticos, la participación de la sociedad debe ser tan amplia como sea necesaria, con el objeto de que no se disponga impunemente de la riqueza nacional. Evidentemente que la modernidad y los nuevos tiempos, acelerados por la tecnología, reclaman la actualización de la Nación para enfrentar los retos que vienen, pero es necesario también que se superen las lacras del pasado, empezando por desterrar a los caciques sindicales y a la alta burocracia ineficiente, pero lamentablemente éstas siguen tan campantes como siempre, lo cual es un indicio de que nada cambiará. Con amplia mayoría -24 votos a favor, 9 en contra y 0 abstenciones- la reforma energética es ya un hecho, pues así lo demuestra el corredor legislativo en Reforma e Insurgentes, cercado con vallas de acero y fuerzas de seguridad, aislados entre hoteles y restaurantes de lujo a disposición de los legisladores, pues para ello así fue diseñada la nueva sede del Senado. Ahora veremos que ocurre en San Lázaro y los Congresos locales para delinear bien la energética. www.revista-brecha.com vidanacional@yahoo.com.mx