*Una joven de 24 años comparte con los lectores de El Popular, diario imparcial de Puebla, su testimonio de cómo los modelos de la televisión la incitaron a verse delgada a como diera lugar Carolina HERNÁNDEZ BULIMIA O bulimia nerviosa es un padecimiento en el cual el individuo come en exceso en periodos de tiempo muy cortos, para después buscar o eliminar el exceso de alimento a través de ayunos, vómitos, purgas o laxantes. La chica a quien llamaremos Karla es actualmente una joven de 24 años, recuperada de la bulimia que dio su testimonio a fin de evitar que otras niñas, como lo era ella cuando inició, caigan en el abismo de los trastornos de la imagen. ¿Qué te llevó a la bulimia? La tele, las novelas… todas mis amigas veían telenovelas donde las protagonistas supuestamente tenían bulimia, pero eran súper guapas; además de las ganas de ser bonita, la ropa más bonita siempre es para las flacas, para lucir la panza, y verte delgada y alta. ¿Cuánto tiempo pasó antes de que te detectaran el padecimiento? Dos años, más de dos años incluso, yo sí sabía qué era la bulimia, pero mis papás no. Sí se sacaban de onda que a cada rato me escucharan vomitar; muchas veces me preguntaron si estaba embarazada, sobre todo mi mamá, porque mi hermana menor ya había tenido un hijo antes y estaba embarazada de otro más. Pero pues no, pasaba el tiempo y a mí no me crecía la panza; al contrario. ¿Cómo te sentiste durante el tiempo que la padeciste? Mal; al principio sí te sientes bien, porque crees que lo que te dicen en la tele o las revistas no es cierto o que a ti no te va a pasar, y que sin hacer mucho esfuerzo vas a quedar bien delgadita, pero cuando descubres que no es así, te sientes mal. Yo nunca logré estar tan delgada como yo quería, aunque de hecho nunca llegas a estar lo suficientemente delgada, siempre quieres más. Había chavas peor que yo, yo siempre me provoqué el vómito con el cepillo de dientes o con el dedo, pero había otras que ya hasta tenían sus palitos especiales y hasta los pintaban, los decoraban y les ponían nombre; decían: “Tengo mi cita con Luly”, que quería decir que iban a vomitar. La verdad sí te sientes mal, porque sabes que les estás mintiendo a tus papás y que si supieran se decepcionarían de ti, porque aunque tú no lo ves malo, sabes que para los demás sí lo es. ¿Cómo te diste cuenta de que tenías una enfermedad? Yo siempre lo supe, es más, yo quería ser bulímica, pero porque pensaba que iba a ser muy delgada. Los programas que había para jóvenes en donde según te informaban para que no cayeras en eso, más bien sirvieron para que yo quisiera ser una de ellas. Físicamente sí me sentía mal, siempre andas de malas con coraje porque a pesar de todo lo que haces no logras lo que quieres y te desesperas y te preguntas qué más tienes que hacer para poder adelgazar, y algunas empiezan con pastillas o tés milagrosos que te juran que te van a adelgazar, cuando lo único que te hacen es laxarte. Andas siempre con dolor de panza, al principio también en la garganta y el cuello por el esfuerzo; los dientes también te duelen, pero porque no comes, no te llega el calcio y siempre te andan doliendo. ¿Cómo se enteraron tus papás? Se enteraron porque en la escuela una de mis amigas lo dijo, ellas y yo éramos un grupo que todas vomitábamos; a veces hasta nos íbamos juntas al baño y nos contábamos cómo nos sentíamos, aunque algunas ya ni tenían que vomitar, éramos siete, pero solo una sí bajó mucho de peso, porque aparte no comía mucho y lo poquito que comía, lo vomitaba. En la escuela ella, la que adelgazó más, se lo dijo a otra niña y creo que también a un maestro, y el rumor se corrió, aunque de por sí luego era obvio porque algunas nos escuchaban en el baño. De la escuela llamaron a nuestros papás y ya, yo fui una de las que más quiso recuperarse, porque de las otras dos ya no regresaron a la escuela, pues decían que no lo iban a dejar. Yo sí lo dejé, pero porque mis papás siempre han sido muy estrictos y no me quería buscar problemas. ¿Cómo fue el tratamiento? El tratamiento fue en el DIF y en el Batán, porque en Puebla no hay lugares de atención para la bulimia y la anorexia, o al menos cuando yo tenía 15 años no había, y además mi familia no hubiera podido pagar una clínica de esas carísimas. Yo no lo veía tan grave, hasta la fecha creo que no tuve tantos daños en mi cuerpo, para el tiempo que estuve vomitando, fueron dos años, pero de ahí ya no volví a provocarme el vómito nunca más; es más, mis papás nunca lo creyeron que me recuperara tan bien y tan rápido. Mi mamá mucho tiempo me llegó a tocar la puerta en el baño para decirme: “¿Estas vomitando de nuevo idiota?”, y yo le gritaba que no, que ni al baño podía ir sola. La verdad no me da pena hablar de esto, pero sí es una tontería, no sabes el mal que le haces a tu salud y no sabes las consecuencias que puedes tener a futuro, o causarles a tus hijos cuando ya los tengas. Yo afortunadamente salí bien librada. ¿Cómo te sientes ahora con tu cuerpo? Sé que sigo estando gorda, pero ya no me importa tanto, porque ahora soy mamá y mi bebé necesita que yo no vuelva a cometer esas tonterías. Lo que me da coraje a veces es cuando te dicen que tienes panza o cosas así. Se supone que nunca más tenía que saber mi peso, pero sí me decían en el Seguro cuando estaba embarazada, subí 11 kilos, pero sé que si me pongo a dieta estricta los puedo bajar y quedar bien. ¿Temes volver a caer? Te dicen que siempre hay posibilidades, pero yo no creo volver a vomitar, porque pienso en mi bebé y en que pronto me voy a casar con el papá y no necesito estar delgada para ser feliz. Él me quiso así y siempre tuve muchos pretendientes, sé que aunque no esté flaca mucha gente me quiere. Las secuelas Depresión Dolores de cabeza Mareos Ansiedad Psicosis Daños en el tórax Problemas gastrointestinales Problemas cardíacos Hinchazón del rostro por el aumento de las glándulas salivales y parótidas Problemas con los dientes, manchas y caries Pérdida de cabello y debilidad Irregularidades menstruales Bruscos aumentos y reducciones de peso Estreñimiento o defecación crónica debido al uso de laxantes Cansancio físico y psíquico Úlceras en el esófago Callosidades en las manos, por el paso ácido del vómito Infecciones pulmonares por la aspiración de alimentos al vomitar Deshidratación Puntos rojizos en cara y cuello por roturas de vasos sanguíneos Hemorragias en la conjuntiva de los ojos. |