| Sumarios: Invertidos más de mil millones de pesos en un recinto fiscal sin operaciones Vacas y los borregos, únicos ocupantes de la enorme plancha de cemento sembrada a la mitad del desierto. Actual Gobierno del Estado, desinteresado en activar el lugar Pilar BRAVO En el municipio de Oriental en el 2007 se colocó la primera piedra de La Célula, proyecto para hacer, en medio del desierto de tequesquite, el Puerto Seco, pomposamente llamado Nodo Intermodal Logístico, recinto fiscalizador estratégico. Era un proyecto mágico; comenzaría en 2007 y finalizaría en 2014. A cinco años de haber iniciado, hoy el proyecto es un fracaso total y dispendioso; se enterraron más de mil millones de pesos. En una visita realizada por El Popular, diario imparcial de Puebla, se encontró como únicas usuarias de la obra a tres vacas, un perro y un policía auxiliar que vigila desde una vieja patrulla más de 10 mil metros cuadrados de cemento y 8 góndolas de aluminio y vidrio que están en el olvido. Monumento al fracaso, pero también a la impunidad, dado el dispendio de entre mil y mil 500 millones de pesos. La Célula se ha quedado ahí, inservible; pero a nadie le interesa. En ella ha estado una sola vez el gobernador Rafael Moreno Valle y otra el Secretario de Desarrollo Económico, Pablo Rodríguez Regordosa; aunque sólo ha sido la visita. A los habitantes de Oriental, Libres, Lara Grajales y toda la región les compraron 630 hectáreas de tierras productivas; además, engañaron a los jóvenes, diciéndoles que sería su lugar de trabajo; les prometieron un Instituto de Capacitación, también dejado a medias. Obra de primera En documentación fechada en 2007, el entonces Secretario de Finanzas, Gerardo Pérez Salazar, en ceremonia a mitad del Salado, como se conoce a la zona, presentó el proyecto. En ésta se señalaba lo siguiente: “Objetivos: El objetivo de La Célula será: “-Reducir sustancialmente costos y tiempos de trámites aduanales. “-Mejorar la eficiencia en el manejo y transferencia de la carga de un modo de transporte a otro. “-Proporcionar servicios logísticos y de valor agregado en el manejo de la carga. “-Disminuir tiempos ociosos de almacenamiento.” Un “puerto seco” a convertirse en un centro de trabajo y de población, pretendía tener una superficie total de mil hectáreas, pero quedaron en el aire 350 hectáreas, que los campesinos se resistieron a vender. El motivo por el cual se quería hacer la Célula, según la exposición de motivos, era: “Reforzar la política industrial para elevar la competitividad de las diversas regiones de la entidad en un entorno cada vez más global” En realidad, el proyecto pretendía restarle trabajo al puerto de Veracruz y desahogar la saturación de mercancías, estantes en puerto un mínimo de 10 días antes de salir a su destino. La intención, era tener en la Célula Bodegas para carga pesada y perecedera que venía del extranjero o iba a ser exportada; al principio, la Dirección de Aduanas se convenció de que La Célula podría ser ese puerto Seco, y distribuir la mercancía hacia el norte, centro o sureste. La Secretaría de Hacienda, no veía mal el proyecto, pero quería verlo terminado y decidir; en el ínter, el escándalo de Mario Marín por el caso Lydia Cacho, alcanzó su clímax, el gobierno cayó en desgracia y la Célula lo acompañó. Aprovechando la confusión, el gobierno de Veracruz apuro las obras para hacer acrecentar su recinto fiscal, evitando que la carga de exportación saliera desde Puebla. Las etapas de construcción y ampliación del proyecto, pueden observarse en una presentación oficial, a cuya copia tuvo acceso El Popular, diario imparcial de Puebla. La Célula, apuradamente, se logró terminar en 2010, pero nunca se inauguró; aunque se construyó una zona de oficinas para albergar a las autoridades aduanales, éstas nunca llegaron. “El célulo”, es el único habitante del lugar, un cachorro de la policía. Valentín Meneses Rojas, secretario de Gobernación del otrora gobernador Mario Marín, se reservó el nombre de la empresa y el monto de la operación que se pudiera conseguir para afianzar el uso y ocupación del “Puerto Seco”, el cual, a la fecha, no ha logrado detonar el proyecto de Aduana Fiscal ni la instalación de otras empresas. La intención de crear infraestructura para establecer oficinas aduanales, quedó asentada sobre tierra firme y legal. A pesar de conflictos con ejidatarios, las constructoras responsables de la obra fueron dos, principalmente, Checa S.A y Urbinco S.A., ésta última fue por las vialidades. Checa, propiedad de José Luis Hernández González, fue favorecida con la adjudicación de las dos obras más importantes del sexenio, La Célula y El Centro Expositor. Los montos de ambas obras, envueltas en atrasos, omisiones y falta de proyección, superaron los mil 500 millones de pesos. Otro conflicto en la construcción de la enorme plancha de cemento fue con las aguas del Rio Salado, desviado para evitar inundaciones y autorizado con reticencias de la Comisión Nacional del Agua; además, existió una multada de la Profepa contra la obra por daño ecológico, particularmente contra varias especies de cactáceas. Desastre Económico Para el Presidente Municipal de Oriental, Guillermo Fernández Tanus, el desastre del proyecto no sólo fue económico; también fue emocional para los ciudadanos de Oriental, ilusionada con renacer; el municipio, nació el siglo antepasado con la llegada del tren. Cuando el tren detuvo su marcha para conectar a esos pueblos, la única opción de trabajo se volvió el campo. Por eso, La Célula los ilusionó, pero nunca vieron materializada su aspiración de renovación; no hubo puerto, ni bodegas, ni escuela; ni siquiera semillas para el campo. En entrevista, el Alcalde, señaló que, presente en el municipio el gobernador Moreno Valle, trató el tema con él, pero sólo le dijo pidió proponer alternativas. Y lo hizo. El lugar puede servir como centro de acopio para maíz, puede ser una Central Camionera Regional o una Central de Abasto. Hasta el momento, ninguna de las propuestas ha merecido siquiera un comentario. Queda claro que, La Célula, seguirá siendo un Puerto Fantasma. |