Miércoles 27 Junio 2012
**La visita de Margarita Zavala los deja indiferentes; ya no le creen a ningún gobierno **Aunque reciben cobijas, colchonetas y ropa, la gente está desolada  Pilar BRAVO / enviada especial  Por tercer día consecutivo, más de 300 personas, siguen con el agua al cuello; llevan barro hasta las orejas y la visita de la presidenta del Sistema DIF, Margarita Zavala, no les entusiasma; por el contrario, la ven con indiferencia, por más apapachos que reciban. La gente damnificada de San Martín Texmelucan, más que acudir a las fotos con la esposa del Presidente de México y con el gobernador Rafael Moreno Valle, ha preferido formarse y esperar a que les regalen unos zapatos usados, para poder quitarse las botas de lodo que tienen desde el domingo, cuando tuvieron que abandonar sus casas. Ayer, el auditorio “Rosendo Vázquez”, de unidad deportiva pasó a ser albergue de los damnificados de las colonias El Hoyo, Solidaridad, San Isidro y San Damián. Aunque han recibido cobijas, colchonetas y algunos trapos para poder cambiarse, la gente está desolada. Por eso, ayer, Margarita Zavala encontró a por lo menos una veintena de personas a las que les anunció que los trabajos de limpieza se convertirán en jornales de empleo temporal; es decir, que van a pagarles a través de Sedesol. Las familias que perdieron todo serán censadas para que puedan tener el beneficio de dos programas: uno para apoyar a los comercios en pequeño, que resultaron afectados y, el otro, para la dotación de enseres domésticos para las familias que perdieron su menaje, como camas, estufas, refrigeradores y ropa. En la visita al albergue, la primera dama les dio a conocer estas opciones y reconoció que los objetos perdidos son su patrimonio, producto de su trabajo, por lo que el gobierno les ayudará a recuperarlo. Tragedia tras tragedia Inés Herminia Meneses, de 60 años de edad, dice estar traumada; hace año y medio la explosión de Pemex casi la mata del susto y, ahora, el agua subió por encima de la cama y los roperos. En la casa de Inés, que es rentada, son once de tres familias diferentes las que estuvieron a punto de ahogarse ante la barrancada que arrasó con su casa, en la Hacienda San Damián, justo en el predio conocido como El Hoyo. Inés está sentada, sin hacer mayor esfuerzo, en unas gradas del albergue, porque le dijeron que del susto estuvo a punto de darle un ataque al miocardio. Sus hijas atienden a sus nietos de apenas dos y tres años, quienes lloran porque tienen hambre, quieren leche y quieren pan, pero por la presencia del Estado Mayor Presidencial no pueden salir, aunque tampoco tienen dinero, narran que vivían. Irene Sevilla, tiene 75 años y es la más grande de los damnificados; sentada en el catre del albergue no deja de llorar y se aferra a un folder donde guardó sus papeles. Apenas habla; llora, porque está sola. Su único hijo, varón, vive en Zacatepec y “no viene a verme“; su hija mayor ya fue a visitarla, pero tuvo que irse a San Lucas, para recibir la ayuda de Sedesol. Ángel sin alas En otra puerta del Albergue Municipal, Ángel Franco Ávila, a pesar del sol, tiene frío; ya no sabe si es por la diabetes, por la bolsa de diálisis que porta o porque perdió todo. Revela que es viudo y que vive solo; tiene 55 años de edad. Sus hijos se fueron hace mucho tiempo de braceros a los Estados Unidos. Ángel Franco narra que el cuarto rentaba en la Unidad Solidaridad se inundó. Por suerte, el domingo fue a Tlaxcala, pues se dedica a la compra venta de chácharas. Cuando regresó ya no tenía nada. Él está a salvo en el albergue; no sabe qué hacer, sólo siente frío. Los anuncios En la tercera jornada de apoyo a los damnificados, son las autoridades federales, estatales y municipales las que trabajan en las márgenes del río, pero en las casas abatidas por el lodo y las aguas negras, son los habitantes, quienes sin parar tratan de rescatar de los desechos la más de sus pertenencias. A pesar de la tragedia, la poca afluencia de gente y el tráfico pesado, los comerciantes del tianguis no quisieron suspender la venta. Los texmeluquenses se aferran a lo poco que les queda. El gobernador Rafael Moreno Valle insistió en que el gobierno ofrecerá ayuda el tiempo que sea necesario a los habitantes de las 300 viviendas afectadas, pero insistió en la necesidad de ponerse a trabajar en la reubicación del tianguis más grande de la república.