01 Septiembre 2013
** Pese a que la Coneval reveló la situación precaria en alimentación en Puebla, en la Central de Abasto gran cantidad de productos se desechan a diario  Manuel CUATZO Vendedores de las naves C y D de la Central de Abasto, en donde se vende frutas y verduras, comentaron a El Popular, diario imparcial de Puebla, las pérdidas que les genera el producto cuando lo deben tirar a la basura. Esto pese a que el Coneval reveló hace unas semanas que Puebla se ubicó entre los cuatro estados del país con mayor número de habitantes en pobreza, al reportar en esta situación a 3.8 millones de personas al cierre de 2012. “Aunque el producto suba de precio, la gente tiene que comprar, que comer. En mi caso, vendo plátano, y por lo regular sí lo compran. Yo compro el plátano cuando todavía está verde, la gente lo pide así porque su periodo de madurez es muy corto y luego se empieza a poner negro y a muchos ya no les gusta así”, comentó la señora Marisol, propietaria de un local en la nave D. Pese a que no se logró establecer cifras de cuánto producto, ya sea por kilos o cajas, es destinado a la basura, en 2010 autoridades informaron que se producía un total de 48 toneladas diarias, aunque esto no desglosa qué cantidad corresponde en específico a frutas, verduras y abarrotes. Otro caso es el de don Marcos, dedicado a la venta de mangos y duraznos, quien estimó que de cien cajas de producto que adquiere cerca de 20 no le reditúan en lo absoluto. “No todo lo que traigo se vende, lo intentas rematar pero igual ya no sale, porque cuando lo quieres rematar es porque ya va de salida y también ya es en la tarde, no en la mañana, y con ello no te sale la cuenta. Si viene alguien se la das casi regalado, pero aún así algunos prefieren ir a pepenar y ver qué encuentran”, explicó. No obstante, algunos vendedores prefieren regalar sus sobras a lugares como Cáritas, orfanatos, hospicios y casas de asistencia, o a alcohólicos que recorren la zona. “Tratamos de que no nos sobre mucho producto, y si nos sobra que nos sobre del más barato. “Dárselo a los que lo necesitan es una opción y puede parecer un acto de nobleza pero a nosotros simplemente es algo común”, comentó una vendedora que prefirió no dar su nombre. Por otra parte, los vendedores que ofrecen pocos productos apuntaron que en caso de que les sobre material no se pueden dar el lujo de regalarlo, “lo bueno de nosotros es que como es poco, si sobra, nos lo comemos o lo usamos para el desayuno que llevan los niños a la escuela, aunque a veces sí hay que tirarlo, pero es poco y el golpe no se siente tanto”, comentó doña María Suárez, vendedora no establecida.