Lunes 11 Noviembre 2013
Carlos ROCHA victoria1Quince minutos antes de que asesinaran con el tiro de gracia a Ernesto Osorio Cervantes en Guadalupe Victoria, el arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, pasó por el sitio donde después quedó el cuerpo sin vida de la víctima, debido a que el prelado había acudido a la clausura del Santo Jubileo en ese municipio. El líder de la fe católica en Puebla destacó que al día de hoy es el punto con más violencia de la zona. Por ello, exhortó a las autoridades encargadas de preservar la seguridad a poner mayor énfasis en la zona oriente del estado; en específico, en los municipios de Guadalupe Victoria, Chilchotla, Quimixtlán y Chichiquila. “Me reuní con 15 comunidades en la cabecera parroquial que es en Guadalupe Victoria. Estuvieron entre 3 mil o 4 mil personas reunidas. Me retiré casi a las ocho de la noche, minutos antes de que se registrara el lamentable suceso”, detalló ayer el jerarca al terminar la misa dominical en la Catedral. Párrocos advierten inseguridad El arzobispo de Puebla indicó que se mantenía informado a través de los párrocos y sacerdotes de aquella zona, quienes le han reportado que la violencia está a la orden del día y desde hace tiempo atrás. “Los párrocos están preocupados en esas comunidades, concretamente en Guadalupe Victoria ha habido varios asesinatos y por eso la población ha reaccionado de esa manera”, justificó el prelado. Explicó que el hacerse justicia por la propia mano no es la mejor salida; sin embargo, lo único que claman los habitantes de esa zona, advirtió, es seguridad “como la queremos todos”. El arzobispo Sánchez Espinosa descartó que los párrocos de esos cuatro municipios hayan sido amenazados por parte del crimen organizado. El líder de la grey prefirió omitir si la violencia que se ha desatado se trata de revancha política, crimen organizado o narcotráfico, y generalizó al decir que hace falta mayor seguridad. La noche del pasado lunes se registró en Guadalupe Victoria el asesinato de Ernesto Osorio Cervantes. Tras el hecho, la población enardecida acudió al Palacio de Gobierno de aquel municipio para exigir seguridad. Al no estar presente al alcalde acudieron a su domicilio y a una clínica de salud de su propiedad. En represalia por la inseguridad que ha prevalecido en aquel municipio, la población avivada quemó los tres inmuebles antes mencionados.