Acusado de secuestro pasa sus días en el pena de San Miguel, sin recibir la visita de sus familiares José Manuel CUATE En el Día del Abuelo, no todos tuvieron un festejo digno, hay quienes por alguna u otra circunstancia fueron abandonados por su familia. Tal es el caso de don Félix Sánchez Nava, quien desde el 2001 ingresó al penal de San Miguel y desde ese entonces quedó en el olvido. “Trabajar es una de las formas que tengo para alejarme de la realidad, tengo dos hijos, nietos y familia, pero no vienen a visitarme. Acabé de cumplir 77 años de edad; estoy aquí desde hace más de 10 años y espero la condena de 50 años por el delito de secuestro”, relata don Félix. Un día para Sánchez Nava inicia cuando el reloj marca las 5 horas, se levanta, toma un baño y luego comienza a preparar en un recipiente el café que vende a 3.50 pesos en un puesto que el mismo instaló desde que lo encarcelaron. A las 6:30 horas, los reos comienzan a comprar el producto, otros más hacen fila para adquirir una pieza de pan que también venden junto al “puestecito”. Pasan las horas, a las 9 de la mañana se termina el café y los internos inician sus actividades habituales; don Félix guarda los muebles y los recipientes, para luego buscar el material para hilar morrales . “Es una forma de pasar el tiempo, trato de no deprimirme, pues tengo hijos, nietos y amigos pero no vienen, ahora en septiembre cumpliré 11 años preso”, relata con su voz ronca, pero con un nudo en la garganta. Los morrales que hila, los termina en dos horas, los pone en venta a visitantes o a sus mismos compañeros, sólo cuestan 10 pesos. Matar el tiempo Don Félix cuenta que la mayor parte del tiempo se la pasa trabajando, cuando se cansa de eso, platica con sus amigos, ve la televisión o acude a los partidos de beisbol que se llevan a cabo dentro del penal. “Cerca de las 21 o 22 horas los ojos se empiezan a pegar, además mi vista ya no es la misma, empiezo a ver borroso, pero eso no me pone triste, en ocasiones también chiflo canciones que más me gustan, como las rancheras, norteñas, bachatas, me gusta bailar tango con otras compañeras de mi edad que ingresaron desde hace años”. La ilusión El día que llegue a salir del Cereso, Sánchez Nava tiene la ilusión de colocar un puesto de dulces o de frutas en la plaza de su pueblo, “si tuviera fuerzas me voy a lo pesado, pero la edad ya no me lo permite, sino salgo dentro de un par de años, quizá salga con la punta del pie, a lo mejor muerto”, cuenta entre risas. Para él no ha sido fácil, su familia lo abandonó desde que lo acusaron de un presunto secuestro ocurrido en Atlixco en el 2001. “Lo más triste es que ya no tengo familia quien me espere, aquel día perdí todo, mis hijos, mi esposa, mis nietos, nadie me visita, cuando me muera nadie lo sabrá. Según me dijeron que saldré el próximo año, eso espero y entonces seguiré mi camino como buen hombre”. La convivencia ¿Tuvo problemas con otros reos?, se le preguntó a don Félix, mientras con sus manos un poco temblorosas saca una base de madera para hacer morrales. “La verdad no, al contrario, tengo más amigos, para mí eso es bueno, no me ha pasado nada, a quien le pasa es por que se lo busca”. El mensaje Para concluir la entrevista, Sánchez Nava, cuyo rostro refleja más de medio siglo de un mundo de experiencias y su vista, que dice, se deterioda día a día, deja un mensaje a toda la juventud presente. “No cometan errores como el mío, aquí pierdes todo, no hay nada mejor que ser libre, y lo bonito es siempre aconsejar a los hijos, porque son quienes a veces se menten en problemas, hay que valorar lo que tiene uno, hay quienes quieren ganarse la vida sin trabajar, pero eso no es válido, hay que ver a lo alto”. Posterior a ello, se levantó, tomó su material y se dirigió con sus demás compañeros que no sólo se dedican a eso, pues nos encontramos con internos que son mariachis, tocan la guitarra, mujeres que saben de repostería, manualidades, entre otros. Lo malo ,dice, es que este año no se preparó algo en especial con motivo del día del adulto mayor dentro del Cereso, el año pasado realizaron eventos culturales, “yo participé en una pastorela, estuvo interesante”, segura don Félix. Números 10 años lleva preso 50 años la condena que espera |