Facebook y Cambridge Analytica: un revelador más de las amenazas hacia nuestra privacidad

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Barthélémy MICHALON


Abril 08, 2018

Hasta hace dos años, las críticas acerca del uso de Facebook eran tímidas y pocos les hacían caso: entre otros cargos, se le acusaba de absorber una parte excesiva de nuestro tiempo disponible, de permitir o fomentar una liberación del exhibicionismo individual y de promover contactos superficiales y digitales en lugar de amistades más tangibles y reales. Los que expresaban estas reservas acerca de la red social estaban fácilmente silenciados por la corriente dominante, enfocada en la celebración de los "servicios" obtenidos.

Estas críticas siguen teniendo validez, pero están ahora puestas en un segundo plano después de la confirmación de unos problemas de alcance mucho mayor, que tienen sus raíces en la masa de información que Facebook junta acerca de sus usuarios (e incluso, algunos dicen, acerca de quienes no se han registrado).

Fue necesario que sucediera un evento de la talla de una elección presidencial controversial en la primera potencia mundial para que la gente tomara consciencia de la magnitud del potencial de manipulación que yace detrás de una acumulación tan masiva de datos personales. En un primer tiempo, el presidente de Facebook tenía la confianza suficiente como para descartar como una "locura" la idea de que su empresa pudiera hacer ejercido algún tipo de influencia sobre el desenlace de los comicios.

Conforme las investigaciones fueron avanzando sobre el tema del involucramiento de Rusia en la campaña electoral de 2016, esta idea empezó a ser vista como cada vez menos loca, hasta tal punto que Zuckerberg en persona tuviera que expresar remordimientos, hace medio año, acerca de esta aseveración suya.

Los propósitos de año nuevo del multibillonario de treinta y tres años fueron muy mediatizados: prometía "reparar" ciertos defectos de su creación. En sí, el reconocer que algo no estaba funcionando del todo ya era señal de que los vientos habían cambiado de dirección. Sin embargo, esta declaración estaba envuelta en un discurso voluntarista y de confianza en la capacidad de la empresa para superar estos retos: eran problemas anexos, que se tenían que ir atendiendo conforme la plataforma seguía su marcha adelante rumbo al siguiente millar de millones de usuarios.

El mes pasado, el escándalo "Cambridge Analytica" le dio otra dimensión a la controversia alrededor de la red social del pulgar levantado. Si bien no era un tema fundamentalmente nuevo, la actividad de Facebook en cuanto a recolección, almacenamiento y procesamiento de datos personales, todo ello de forma masiva y muy poco transparente, adquirió un lugar mucho más tema central en las agendas políticas y mediáticas.

Estas revelaciones representaron un severo golpe a la imagen de la plataforma, pero solamente porque esta imagen ya venía debilitada por la sucesión de descubrimientos y revelaciones anteriores. En otro contexto, este impacto pudo haber sido mitigado al señalar que el acceso a la información sobre decenas de millones de usuarios de Facebook había sido posible gracias a reglas que fueron eliminadas desde hace años. En cambio, en marzo de 2018, la noticia fue recibida como un escándalo de grandes dimensiones.

Como consecuencia de esta toma de consciencia progresiva, la narrativa ahora dominante es que la captación masiva de datos personales y su uso para fines comerciales y/o políticos ya no es un tema cuya importancia pueda seguir siendo subestimada.

Por supuesto, Facebook parece ser el centro de atención por el momento, pero esta problemática engloba a toda empresa que proporciona servicios "gratis" a cambios de informaciones personales de sus usuarios. En respuesta a esta nueva coyuntura retadora, varias plataformas digitales anunciaron la implementación de cambios que permitirán, supuestamente, que sus usuarios tengan un mayor control acerca del uso de sus datos personales.

Hasta el momento, estos ajustes se limitan a aspectos marginales de su actividad y dejan intacto su modelo de negocio: se intercambian servicios electrónicos por datos personales, y se monetizan estos datos personales al vender espacios publicitarios altamente personalizados. ¿Cómo podría sobrevivir tal modelo de negocio si se empezara a darle el debido respeto a la vida privada?

* Profesor de tiempo completo del Tecnológico de Monterrey en Puebla, en la carrera de Relaciones Internacionales – [email protected]

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