El mundo es una invención imprescindible

“Este no es un libro de científicos ni de maestros ni de investigadores ni de ingenieros, aunque es un libro repleto de científicos...

"Este no es un libro de científicos ni de maestros ni de investigadores ni de ingenieros, aunque es un libro repleto de científicos y maestros e investigadores e ingenieros. Es un libro sobre gente que vio, en medio del ruido y la confusión del tiempo presente, lo que nadie había visto: una necesidad, una falta, una carencia. Y tuvo el ingenio, la inteligencia, la ambición y la tozudez necesarias como para hacer algo con eso", dice Leila Guerriero de Un mundo lleno de futuro. Diez crónicas sobre América Latina (Editorial Planeta, 2017).

Esta obra también es un libro sobre cronistas que responden a una tarea específica -documentar los proyectos apoyados por el Banco Interamericano de Desarrollo- con talento, precisión, empatía y, especialmente, sentido de humanidad. Cuenta, por supuesto, que Guerriero sea la editora.

En esta decena de historias la técnica -esa producción de herramientas y sinergias operativas- se aborda como la suma de momentos emergentes en los que la voluntad se manifiesta y transforma la realidad. Dichas cualidades narrativas remiten a lo que el filósofo francés Gilbert Simondon enuncio en Imaginación e invención: las soluciones son restituciones de continuidad. Es decir, gracias a la curiosidad, la necesidad, el temor, los deseos y la necedad, la información actual se transforma en el conocimiento capaz de convocar la continuidad que era inexistente pero posible.

Cuando esto ocurre, como pasa en las historias que conforman Un mundo lleno de futuro, entre lo humano y la técnica actúa la invención para -como dijo Simondon- superar las etapas del rodeo básico y el uso de instrumentos elementales, lo que formaliza la amplificación que le permite a las estructuras pequeñas y simples gobernar y modular realidades más amplias y complejas: hacer ciencia.

Por ejemplo, en la primera crónica, el físico Mirko Zimic hace labores de biólogo para enfrentarse a la tuberculosis que asola a Perú. ¿Cómo entró este inventor del modelo de telediagnóstico al mundo de la vida? Tras la muerte de su padre abandonó su obsesión por las leyes del cosmos y empezó a perseguir la clonación. "Una idea demasiado naif, y bien absurda. Pero él era un científico. Él podía golpear a las puertas de lo imposible y volver, desde allí, con su padre en los brazos".

Como incluso en la locura hay gradaciones -o pudores-, Zimic tiene la prudencia de acotar: "No te diría que lo veía como una posibilidad real o un proyecto de vida, pero no podía dejar de pensarlo". Es la voz de la humanidad persiguiendo los imposibles, la materialización de que, en palabras de Simondon: "para franquear la distancia y la heterogeneidad entre la concepción y la ejecución, la formalización simbólica teje un mundo abstracto de representaciones de objetos y de formulas de relaciones que es la reserva universal de rodeos y de mediaciones en el ejercicio de la actividad inventiva".

Pero esa es sólo una punta de las historias, en la otra están las personas que requieren, exigen -o suplican- por los resultados de la invención. En ellas, resuenan las realidades geográficas, económicas, sociales, educativas e informativas. Como explica Kiara, madre una paciente: "La tuberculosis es un mundo distinto para alguien que siempre ha tenido qué comer".

Un mundo lleno de futuro está hecho de realidades, contradicciones y deseos que trenzan la humanidad, la tecnología y la imaginación.

Las crónicas de Juan Manuel Robles, Arturo Lezcano, Juan Miguel Álvarez, Gabriela Alemán, Sol Lauria, Luján Román Aponte, Joseph Zárate, Miguel Prenz, César Bianchi y Javier Sinay hablan de casos de innovación en Perú, Brasil, Colombia, Ecuador, Panamá, Paraguay, Argentina y Uruguay.

Estas ventanas a los esfuerzos científicos y tecnológicos delinean el perfil de una América Latina que se presenta vital, retadora e inventiva. Es posible que este retrato sea la mejor expresión de la picardía, el ingenio y el gozo existencial que tanto se presume en la región.

Si bien las historias de Un mundo lleno de futuro cubren muchos ámbitos de innovación, todas comparten el gozo por la travesía, como lo resume Daniel Alonso, el director del Laboratorio de Oncología Molecular de la Universidad de Quilmes, en Argentina:

"La recompensa es el camino, no el resultado. Uno aportó su esfuerzo, mínimamente, para un resultado discreto que quizá le puede servir a un paciente. Yo creo que lo más importante es haber podido participar del recorrido que va desde la investigación básica hasta un medicamento".

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