El silencio como síntoma de la omisión histórica

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Efrén CALLEJA MACEDO


Abril 30, 2019

El problema también es que las mujeres hablan poco, no se entregan al hablar. No se abren. Son paredes que tenés que estar rascando y vas encontrando siempre una capa más vieja de pintura", advirtió Marcelo Estefanell, quien había participado en la Operación Estrella, cuando Josefina Licitra le pidió ayuda para contactar a las mujeres que el 30 de julio de 1971 protagonizaron en Montevideo, Uruguay, la mayor fuga planificada de una cárcel, casi todas pertenecientes al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Esa era la opinión general de los líderes y militantes tupamaros, quienes cuatro décadas después, ya el siglo XXI eran un lujo de retórica oral y escrita cuando se trataba de rememorar la época de lucha.

Desde esa óptica, la desidia narrativa era la culpable de que el escape de la prisión de Cabildo no formara parte de la épica tupamara, cuya cima fue la presidencia de José Mujica durante 2010-2015.El problema también es que las mujeres hablan poco, no se entregan al hablar. No se abren. Son paredes que tenés que estar rascando y vas encontrando siempre una capa más vieja de pintura", advirtió Marcelo Estefanell, quien había participado en la Operación Estrella, cuando Josefina Licitra le pidió ayuda para contactar a las mujeres que el 30 de julio de 1971 protagonizaron en Montevideo, Uruguay, la mayor fuga planificada de una cárcel, casi todas pertenecientes al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Esa era la opinión general de los líderes y militantes tupamaros, quienes cuatro décadas después, ya el siglo XXI eran un lujo de retórica oral y escrita cuando se trataba de rememorar la época de lucha.

Por lo tanto, así como el trabajo silencioso y paciente de las mujeres eran las virtudes que habían posibilitado la fuga por las cloacas de Montevideo, Uruguay, también eran los defectos que habían destinado el acontecimiento al subsuelo histórico.

De hecho, la periodista cuenta que escuchó de la Operación Estrella mientras elaboraba un perfil de Mujica: la primera dama, Lucía Topolansky, la menciona como parte de su trayectoria militante, sin darle mayor importancia, pese a que ella y su hermana habían sido parte del hecho.

Así que cuando Licitra conversó por primera vez con Graciela Jorge, una de las fugadas, le preguntó si era verdad que a ellas les costaba más hablar. Graciela levantó las cejas, sonrío con cansancio, o tal vez con paciencia, y le respondió: "¿Qué no hablamos? Yo más bien diría que casi nadie nos preguntó". Entonces, la cronista decidió contar la vida, los amores, las dudas, los orígenes, las inconformidades y las batallas de las 38 presas políticas, que protagonizan 38 estrellas. La mayor fuga de una cárcel de mujeres de la historia (Planeta, 2019).

Al tratar de abundar en el acontecimiento, Licitra encontró que la falta de datos obligaba a pensar que el silencio de la gente "no era una condición circunstancial, sino el síntoma de otro silencio mayor, histórico".

Puesto en perspectiva, el olvido podría deberse a que dos meses después de la Operación Estrella, los propios tupamaros habían llevado a cabo El Abuso: la fuga de 111 presos políticos varones. Pero la omisión del escape femenino en las efemérides tupamaras y nacionales también podría ser causada porque "sucedió en un tiempo en el que las mujeres eran vistas, incluso en los movimientos de izquierda, con un prisma que las llevaba al redil de 'las pequeñas cosas'; a un lugar devaluado, inofensivo y alejado de las marcas discursivas que hoy permiten hablar de igualdad de género".

Por ejemplo, Raúl Sendic, fundador de los tupamaros, consideraba a las militantes como "el reposo del guerrero", aunque lo mismo eran expertas en explosivos que dirigentes –hasta donde se les permitía- o líderes de columna. Y las Actas Tupamaras escritas por el Ñato Fernández Huidobro las consideraba una mezcla de distractores ornamentales y amas de casa militantes.

Pero las mujeres de 38 estrellas están muy lejos de esas imágenes. La narrativa de Licitra engarza vidas reales, maneras de militar y de amar. Cada personaje es una biografía particular.

La cronista toma la fuga como pretexto para reconstruir las existencias y sus cruces. Por eso, dice Licitra, "este libro encarna también una inmensa pregunta sobre cómo se construye la memoria. Las mujeres que dieron su testimonio están unidas por la trama argumental -todas hablan de la misma historia-, pero tienen modos intransferibles, a veces contradictorios entre sí, de evocar los detalles".

Por lo anterior, en LEM creemos que 38 estrellas es también una toma de postura, una batalla contra ese olvido que Licitra describe como "el fruto cultural de una época que usaba distintas varas para construir su memoria. Y que, salvo por una excepción, sigilosamente había extendido sus modos de nombrar y callar hasta el presente".

 

*Centro de producción de lecturas, escrituras y memorias (LEM)

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