La persistencia de la primera batalla

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Efrén CALLEJA MACEDO


Mayo 23, 2019

Cuando en los pueblos indígenas desaparece la búsqueda de pensamiento independiente e introspectivo, sólo queda la arqueología. Ahí, en la voluntad consciente por reconocerse como otredad con orígenes y destinos propios reside una de las herramientas para resistir el indigenismo -esa suma de políticas decretadas sin la participación de quienes las sufrirán- y la globalización -ese sueño de uniformidad tolerante-. Por eso son imprescindibles los intelectuales indígenas y las obras que difunden sus pensamientos y acciones.

En este contexto se ubica el extenso trabajo de Natividad Gutiérrez Chong, quien en Las palabras que en mí dormían. Discursos indígenas de Bolivia, Ecuador, Chile y México (Universidad Nacional Autónoma de México, 2019) compila diálogos con "indígenas con una gran conciencia de cultura y lengua, por lo que hacen de esa identidad una herramienta para incursionar en el ámbito político a fin de preservar y desarrollar su legado étnico en generaciones futuras".

Esta visión implica, de inicio, el esfuerzo de dichos intelectuales por denunciar la marginalidad y el racismo; tomar conciencia de los asuntos propios de las comunidades; impulsar proyectos de salvaguardia del patrimonio cultural; buscar el etnocentrismo; recuperar las prácticas culturales; fortalecer las instituciones tradicionales; implementar posturas ideológicas; demandar derechos básicos; revitalizar la lengua, y visibilizar el conocimiento y el pensamiento indígenas, entre otras iniciativas.

¿Por qué es importante esto? Porque, como acota la compiladora, "aunque los estudios sobre movimientos sociales, indígenas y campesinos son cuantiosos, poca importancia se le ha dado a incursionar en las organizaciones pilares de esos 'movimientos'; es decir, se pasa por alto el hecho de que esas agrupaciones están fundadas por un conjunto de personas pertenecientes a los pueblos indígenas, las cuales le dan consistencia empírica a tales movimientos".

Esos pilares son los intelectuales, quienes producen conocimiento a través de su activismo, y viceversa, mientras experimentan "un alto grado de conciencia sobre su situación subordinada, así como por la usurpación o abandono en que se encuentran su cultura, su lengua, su patrimonio y/o territorio".

Así, Gutiérrez Chong presenta las perspectivas de una docena de líderes indígenas en torno a cinco temas: planteamiento de las organizaciones; estructura interna; demandas históricas; conflictos, y autonomía y participación de la mujer.

Las historias se cruzan para formar uno de los grandes relatos continentales, el del despojo. Por ejemplo, dice la guaraní Nelly Romero López: "La base fundamental para nosotros como pueblo es que primero tenemos que contar con nuestras tierras, mientras no las tengamos vamos a seguir siendo como hasta ahora lo hemos dicho: inquilinos en nuestra propia casa".

Lo mismo ocurre con los recursos naturales, los idiomas, las prácticas culturales, la participación política, los materiales educativos, las relaciones sociales… lo indígena es inquilino forzoso del progreso que avasalla sin consultar.

En paralelo, emerge la disidencia, la exigencia de lo mínimo. Como Resume el purépecha Abundio Marcos: "Las demandas que tenemos son de varios tipos. En cuanto a los sociales nos referimos al ámbito de la infraestructura básica, en la cual pediríamos la electrificación, el agua potable, la salud, la educación, entre otras cosas. En el ámbito cultural, la propuesta ha sido que debemos impulsar el reconocimiento de los derechos culturales, que son la oficialización y la enseñanza de las lenguas indígenas a nivel estatal en las escuelas públicas y privadas".

En esta dualidad de lo real y lo deseado, la presencia femenina es una bisagra con sonido propio. Incluso en la vorágine de la lucha, su participación es un rechinido que incomoda: mientras los pueblos indígenas combaten por sus derechos nacionales, las mujeres indígenas batallan por ser reconocidas como participantes activas durante dicha pelea.

En LEM estamos convencidos de que Las historias que en mí dormían acierta al asegurar que los indígenas aún libran la primera batalla: "triunfar sobre los indigenismos que se han adjudicado el derecho a hablar por ellos, construyendo la capacidad de ser reconocidos mediante su propia producción literaria y académica, así como posicionando a sus propios liderazgos, pues sólo así se revertirá la persistencia de la colonialidad".

*Centro de producción de lecturas, escrituras y memorias (LEM)

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