Llama especialista a atender males mentales sin etiquetas

Con su libro Melancolía y Manía, Lino Díaz-Barriga recuerda que el trato inhumano a personas con enfermedades no debe ser repetido

Para Lino Díaz-Barriga Salgado, psiquiatra, psicoterapeuta y adictólogo, que en su libro Melancolía y Manía exploró la historia de estos dos padecimientos, el recorrido demuestra que es importante atender los males mentales sin etiquetas.

Su análisis va desde los 500 años a.C, cuando dicho tema fue visto como mítico, hasta mediados del siglo 20, cuando los melancólicos desaparecieron de los libros de psiquiatría para ser considerados con otros términos.

Entre esos extremos, Díaz-Barriga explica en entrevista con El Popular, diario imparcial de Puebla, que hubo momentos de la historia de las enfermedades en los que, a quienes las padecían, se les segregó o se les reconoció y eso es lo que hoy debe considerarse para otorgar un trato más humano.

En la Época Medieval, recordó, se les llegó a vincular con posesiones diabólicas y por ello fueron sometidos a métodos como el de las hogueras, que también se aplicaba a judíos por tener una religión distinta.

"Los llamaban genéricamente 'locos'; entonces, a estos 'locos', como no seguían las formas de comportamiento de la sociedad, como sucede hoy en día, vivían en otro mundo y pensaban, por influencias sociales y religiosas, que estaban poseídos por el demonio", explicó.

Más adelante en la historia se les vinculó también por sus aportaciones a la creatividad y al arte por lo que incluso surgieron términos como "la bella locura" o "la bella melancolía".

A México le tocó compartir con el resto del mundo, la etapa de reclusión de estas personas en hospitales psiquiátricos, donde lo que importaba era deshacerse de ellos antes que curarles.

"Lo que muchos de ellos buscaban en aquel momento no era tanto la curación sino que se hicieran cargo de ellos y que la familia y la sociedad vivieran en paz, ¿por qué?, porque son diferentes", agregó el también director adjunto de Centros de Integración Juvenil AC.

El primer centro, recordó, surgió después de la conquista, tras la llegada de Fray Bernardino Álvarez, y se ubicó en el anexo de la Iglesia de San Hipólito de la Ciudad de México, que ahora celebra a San Judas Tadeo; ahí, les llamaban "inocentes".

Díaz-Barriga comentó que una de las conclusiones a las que llega con Melancolía y Manía, es a la crítica por el tipo de pensamiento que se tenía y a modificar la perspectiva actual.

"Es un poco crítica también a este tipo de pensamiento, porque como sociedad debemos fomentar su inclusión a la sociedad con sus diferencias y quizá verlos de otra manera", comentó.

Aunque la melancolía ha vuelto de nuevo a ocupar estudios por la confusión que puede haber entre ella y la depresión, agregó el especialista, lo importante no es poner nombres a las enfermedades, sino atenderlas.

Fotos: Karen Rojas

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