“Disculpen las molestias, nos están matando”: estudiantes de IBERO
Estudiantes de la Universidad Iberoamericana campus Puebla se solidarizan ante inseguridad y detiene el tráfico vial
Mucha rabia, dolor, pena y confusión, fueron las primeras reacciones de Paloma Fernández, estudiante de cuarto semestre de Comunicación de la IBERO, originaria de la Ciudad de México, quien confirma lo que las manifestaciones multitudinarias de los últimos días sugieren: el asesinato de cuatro jóvenes en Huejotzingo —tres de ellos estudiantes—, tiene verdaderamente conmocionada a gran parte de la comunidad universitaria. Uno de sus amigos, comparte, se regresó a casa inmediatamente al saber de los hechos; el shock fue muy fuerte, conocía a uno de los estudiantes colombianos. “Le tengo que decir a mi mamá que la amo antes de que algo me pase”, le comentó. No es el único, continúa Pamela, pues varios de sus compañeros foráneos se le han acercado en busca de consuelo, para encontrar de forma conjunta alguna explicación a estos tiempos: “Me han dicho ‘tengo miedo, tengo miedo de no regresar a mi casa y de no volver a ver a mi papá, a mi mamá, a mis hermanos (...) a dejar la vida que ya tengo porque alguien decidió quitármela, así como así, por cual sea que fuese la razón.” También lee: Se extiende la unión estudiantil por inseguridad en Puebla“Y aún puedo escuchar a mi madre, decir que tú eres el mejor” Con este canto de Pamela Morales, estudiante de la BUAP, inició la jornada de manifestaciones en la Universidad Iberoamericana, una muestra más de solidaridad con los jóvenes asesinados hace apenas unos días. Tras una pequeña asamblea, los estudiantes se encaminaron hacia el Boulevard del Niño Poblano, que intervinieron de forma intermitente durante más de una hora y media, tiempo suficiente para sentir que sus gritos son legítimos.
Salvo un par de cláxones irritados y una moto que no quiso esperar dos minutos más para que los estudiantes abrieran la circulación, los automovilistas respaldaron estas acciones, tímidas muestras que poco a poco fueron tomando más convicción y energía, al grado de escuchar gargantas desgastadas y rostros que poco ocultaban el coraje.
No sólo se recordaron a las víctimas de Huejotzingo, también los recientes casos de feminicidio e incluso a los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. Con un minuto de silencio y los puños arriba, los estudiantes dieron por concluida la protesta, una forma de procesar el dolor que les embarga y de reconocer individual y colectivamente, apunta Paloma Fernández, que el ser estudiantes no los excluye ni los exenta de “alguna de etas cosas horribles por las cuales pasaron los compañeros, nos sucedan”. |