Nohemí Melgoza Palma: 14 años solucionando contratiempos en Facultad de Ciencias Químicas la de la BUAP
Tras casi 30 años de trabajo en la universidad, la coordinadora Administrativa de la Facultad de Ciencias Químicas reconoce en su labor un reto para crecer
El trabajo de docentes, alumnos y administrativos refleja en muchos sentidos a la propia institución que representan. En la BUAP, la maestra Nohemí Melgoza Palma lleva 14 años solucionando contratiempos en la Facultad de Ciencias Químicas, como coordinadora Administrativa. Su previsión, cuidado y atención que brinda son primordiales para resolver de inmediato alguna contingencia, desde la falta de un reactivo, hasta la evacuación en caso de un siniestro. Su historia universitaria inició cuando ingresó a la carrera de Químico Farmacobiólogo en la BUAP. Posteriormente se desempeñó como profesora en la preparatoria Alfonso Calderón y luego en la Facultad de Ciencias Químicas, donde aceptó el compromiso de ser la titular de la Coordinación Administrativa, luego de ejercer durante 16 años la docencia. Esta responsabilidad ha puesto sus capacidades a prueba, pero también le ha dejado grandes satisfacciones. “Trabajar en el área administrativa es como estar en tu casa, donde de pronto falta gas o se funde un foco o hay algo que componer; es lo mismo en la escuela, tienes que resolver los problemas que se presentan día con día. Esto ha sido un reto, sobre todo compaginar el trabajo con mi vida personal, ya que tengo dos hijos autistas que también me demandan cuidado. Cuando llegas aquí te olvidas si tuviste una mala noche porque hay que ponerse en el lugar de los demás; es decir, todos tenemos problemas, pendientes y diferentes actividades, pero si te buscan hay que escuchar y sobre todo dar una solución. Esto me hizo crecer”. Eres parte de la BUAP y la representas Para desempeñar su labor con un profundo compromiso, la maestra Nohemí Melgoza se sustenta en lo que considera es el valor primordial de la comunidad universitaria: la identidad, esa conciencia de ser parte de la Máxima Casa de Estudios en Puebla, donde es importante participar y vincularse con los intereses que son comunes a través de un sentimiento de lealtad, respeto, orgullo y responsabilidad, que engrandecen a la institución. “Destacaría el trabajo en equipo, la disciplina, pero sobre todo la identidad, porque uno se identifica con la universidad, se compromete con ella y con los estudiantes. También están otros valores como la pasión y el gusto por hacer las cosas, los miembros de la BUAP somos gente comprometida con el trabajo, nos gusta lo que hacemos”, asegura convencida de su labor en esta casa de estudios. Motivada así, por el amor que le tiene a la BUAP y por el ejemplo de quienes fueron sus profesores, Melgoza Palma tiene a su cargo la supervisión de al menos 20 trabajadores técnicos y de mantenimiento, además del trato directo con 150 académicos, quienes todos los días, en un periodo normal de actividades presenciales, tienen diferentes demandas. El sismo y la pandemia, lo más difícil Cada centímetro cuadrado que conforma los edificios de la FCQ es importante para la maestra Nohemí Melgoza; por eso se le quiebra la voz al recordar los daños que sufrió la facultad en el sismo de 2017 y cómo enfrentó este hecho gracias a la capacitación, al apoyo del personal y de las propias autoridades universitarias. “Cuando fue el temblor de verdad que yo quería tener super poderes y sacar a todos, porque estamos en un edificio de alto riesgo, aquí manejamos muchos disolventes químicos y algunos tipos de gases explosivos, entonces hay que tener muchas precauciones y estar alerta del mantenimiento. Afortunadamente tenemos apoyo y capacitación, pero sí, fue muy triste observar a los estudiantes con miedo y a la facultad, a la que consideras tu casa, con todos los daños que sufrió. Eso sí me hizo llorar”. Otra de las experiencias que marcaron a la maestra Melgoza Palma es sin duda la pandemia, la ausencia de los estudiantes y el adaptarse a nuevas condiciones representó un nuevo desafío, algunas veces doloroso, sobre todo cuando le ha tocado abrir casilleros o cubículos para entregar pertenencias de personal que falleció. Sin embargo, a pesar de estos infortunios, espera con esperanza el día en que los estudiantes regresen y todos se adapten a una nueva realidad. También hay cosas buenas La facultad ahora es otra, refiere con entusiasmo, al asegurar que no todo ha sido malo tras la pandemia, porque tuvieron la oportunidad de dar mantenimiento a las instalaciones para ofrecer una nueva cara a los alumnos cuando regresen, con nuevos laboratorios e instalaciones mejoradas. “A pesar de las condiciones hay que ser positivos, por ejemplo, llegaron equipos y materiales nuevos, se compraron pizarrones, se pusieron pantallas y se cambiaron butacas, algo que no se había hecho en años, de tal suerte que nuestra facultad no le pide nada a una universidad privada. Claro que hay cosas que mejorar y las reacreditaciones permiten darnos cuenta, pero seguimos trabajando en ello”. Nohemí Melgoza también participa en la Comisión de Bioseguridad y Vigilancia, a través de la cual se realizan supervisiones y visitas a los diferentes espacios de esta unidad académica, donde se dan a la tarea de medir emisiones de gases, así como las condiciones de los materiales y equipos, todo esto con la intención de prevenir, pero también de atender contingencias. De esta forma, el trabajo en conjunto y la coordinación son dos valores que también ejerce, siempre con el apoyo del personal y de los directivos, quienes no han dudado en apoyarla y mostrar su solidaridad ante los requerimientos que su familia le demanda. “La familia es super importante, pero mi trabajo aquí también es una prioridad, porque aunque tenga situaciones con mis hijos, también he experimentado la gran calidad humana y solidaridad, tanto del doctor Jorge Raúl Cerna Cortez, director de la facultad, como del personal y de todos mis compañeros”. Actualmente, el hijo más grande de la maestra Nohemí estudia en la universidad y con el pequeño está probando un método de comunicación facilitada, basada en un tablero de letras, con lo que espera mejore su comunicación. “A mi hijo más pequeño le gusta pasear en coche, siempre traigo una calcomanía de autismo a bordo, también llevo etiquetas por si nos llega a pasar algo, sepan cómo tratarlo por sus necesidades especiales”. Este espíritu previsor, su pasión y esmero no son exclusivos para sus hijos; Nohemí Melgoza también los aplica en su segunda casa, la BUAP.
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