La lucha contra el racismo incluye a todos, es una lucha por la vida: Paloma Sitalin Sánchez

"¿Cómo es el presente digno? Es aquél en que la diferencia no represente una amenaza, no sea para jerarquizar ni tampoco sea para excluir."

Paloma Sitalin Sánchez es originaria de la comunidad de San Miguel Tzinacapan, un pueblo indígena náhuatl en el municipio de Cuetzalan, en la Sierra Norte del estado de Puebla. Paloma es diseñadora, ilustradora, poeta e investigadora académica.

En meses pasados fue aceptada para estudiar la Maestría en Estudios Teológicos en la Escuela de Divinidad de Harvard. En donde realizará investigación sobre la relación entre estética, espiritualidad y racismo, con beca completa por parte de la Fundación México en Harvard.

 

 

¿Cómo te la rifas en tu lucha por compartir tu perspectiva como habitante de una comunidad indígena, en un mundo atravesado por el racismo?

“Soy una mujer indígena que trabaja a través de hacer imágenes, de hacer textos, de compartirlos, de hablar en donde me dejen hablar sobre las investigaciones y reflexiones que he hecho para entender el racismo y cómo opera en la sociedad.

Creo que soy una de las tantas personas que se rifan día a día para enfrentar todas las violencias ejercidas por un sistema que está marcado por la jerarquía, tanto de clases sociales como de raza. Aunque la raza propiamente no existe en un hecho biológico, ésta ha sido construida históricamente como una categoría para jerarquizar a la población.

Este sistema que ha jerarquizado a unos más arriba que otros, en el que las personas que tienen una piel de color más claro y también “ethos”, es decir, un estilo de vida, un modo de ser, que se ajusta al modelo de las sociedades occidentales, son las que están en la parte superior y quienes provenimos de otras cosmo-existencias, como las personas indígenas, están en la parte inferior.

En este sistema soy una de las muchas personas, y seguramente no la que más, que sufren las violencias que se ejercen en este panorama.

Lo que trato de hacer desde mi posición como diseñadora, como escritora, es compartir todo lo que sé y lo que vivo en mi comunidad a través de escribir poesía que refleja la naturaleza con la que convivimos, nuestras fiestas, nuestras luchas, nuestras preocupaciones. Así mismo hago ilustraciones, para que la gente pueda ver cómo es la vida en San Miguel Tzinacapan, y además pueda tener una forma de mirar a la otredad sin que sea desde una mirada romántica o exótica, sino desde buscar comprender y conocer al otro en su profundidad.

Ese es mi trabajo de difusión, y ya en mi trabajo académico, lo que hago más es hacer investigación sobre cómo esta estructura jerárquica del racismo atraviesa el diseño, la comunicación y los medios. Cómo vemos y estamos en una realidad en la que constantemente nos bombardean con información, con imágenes y noticias que nos refuerzan la idea de que hay una jerarquía racial.”

 

 

¿El azar ha jugado a favor o en contra tuya?

“No creo mucho en el azar. Creo más en los esfuerzos colectivos y creo que del que provengo ha jugado a mi favor. Porque si yo estoy aquí y puedo hablar de estos temas, es porque hay muchas personas detrás, al lado y enfrente mío que me han apoyado y además han sido los que han abierto brecha para que yo pueda ocupar el espacio que ahora ocupo. De alguna u otra forma mi fortuna ha estado marcada porque otros han trabajado y puesto su vida, incluso la han arriesgado, para poder hablar de estos temas.”

 

 

¿Por qué apostar por la defensa de tu cosmovisión como habitante de una comunidad indígena?

“La lucha contra el racismo no solo es una lucha que incumbe a los pueblos indígenas ni a las personas racializadas. Incluye a todos, porque es una lucha por la vida a final de cuentas. Es una lucha por defender la diversidad, por defender que existan otras maneras de vivir y otros horizontes.

Creo que es sabido que el sistema actual está en punto de quiebre. Es insostenible por su inviabilidad social y medio ambiental. La crisis climática es inevitable y no podemos negar que es una realidad. Y aunque podrían parecer temas separados, en realidad tanto el sistema económico que privilegia la productividad y el trabajo, tienen una fuerte carga racista. Porque este es el modo de vida propuesto como el único futuro posible, descartando todas las otras sociedades y culturas que ofrecen otros modos de vida que no están centrados ni en la economía ni en la extracción desmedida de recursos. Entonces, la defensa de nuestras formas de vida, así como la lucha frontal contra el racismo, es una forma de luchar por toda la comunidad del “sistema mundo”, por toda la vida."

 

 

¿Qué has perdido para poder lograr tus objetivos?

“Creo que esta clase de temas despiertan mucha polémica y debate cuando empiezan a ser discutidos. Precisamente porque no son temas tan populares. Pueden generar polarización. La gente puede sentirse ofendida cuando les dices que vivimos en un sistema racista. Pueden decirte, ¿pero yo por qué, por qué me atacas o me acusas de racista?

Creo que la pérdida es más quizá de personas por la postura política que he adoptado. Incluso de algunos empleos por tener un posicionamiento que no negocia este tema. No está para ser negociado, sea cual sea la contraparte. Pero, insisto, yo no soy, ni quiero ponerme como mártir, ni la que ha perdido muchísimo. Hay personas que están siendo desplazadas de su territorio, indígenas que han tenido que huir dejando su hogar o niños indígenas que sufren en sus escuelas por no poder hablar su lengua y que les es impuesto el español de forma violenta. Hay personas que no saben si van a comer hoy y tienen que regatear sus productos y artesanías. Entonces, estoy perdiendo yo, pero está perdiendo toda mi comunidad en diferentes aspectos. Yo no soy la que ha perdido más."

 

 

¿Cuándo te has sentido en la cuerda floja?

“Cuando dejé mi comunidad para venir a estudiar a Puebla. Fue un proceso de transición muy difícil, porque la vida en la ciudad y el encuentro con personas que no pertenecían a mi cultura fue complicado. Presentó muchos retos y muchos momentos de soledad. Más allá de extrañar el hogar, fue el descubrir otra forma de vida que muchas veces desprecia la forma que tú tienes. Que no solo no la conoce, sino que no la respeta. Que hay burlas por tu idioma, burlas por las fiestas sagradas en las que has participado, que hay risas por la ropa que utilizas. Todo ese proceso fue de mucha confrontación, de mucha introspección, de reafirmar mi identidad indígena u ocultarla. Fue un momento de quiebre en el que pensé que podía pasar como persona no indígena o podía reafirmarme y decir, sí, sí soy quien soy y no me importa que haya burlas y desprecio en el camino. Creo que ese fue el momento más complicado.”

 

 

¿Cómo sería el mundo ideal desde tu perspectiva?

“Hay una autora poblana que me gusta mucho. Ella dice que no se debe hablar de futuros, sino de presentes dignos. ¿Cómo es el presente digno que me gustaría y trato de construir? Es aquél en que la diferencia no represente una amenaza, no sea para jerarquizar ni tampoco sea para excluir. Creo que eso es lo más importante, sea la diferencia de cultura, de género o de clase social.”

 

 

¿Qué es lo que cambiarías de la sociedad para lograr las metas que te has propuesto sobre tu lucha contra el racismo?

“Empezaría porque se discutieran mucho más estos temas y la información sobre raza, racismo, otredad o interculturalidad fuera mucho más accesible para toda la población. Que no fuera un tema tabú. Que sea un tema que no se estuviera menospreciando, o encasillando en decir que esta lucha solo podría ser en países como Estados Unidos que tiene una clara jerarquía racial, que no se diga que en México eso no pasa porque todos somos mestizos. Creo que ese sería el primer punto, el poner a debate en la sociedad de nuestro país que no todos somos mestizos y que justo estamos en un momento crítico, porque hay muchos atentados contra varias comunidades indígenas en estos momentos y nadie está hablando de ellos. Ese sería el primer paso, el discutir. Ya después puede venir la reflexión, el ver cómo podemos solucionarlo. Pero eso no va a pasar hasta que reconozcamos que estamos en un país multicultural. Y que esta multiculturalidad no ha sido simétrica, ha sido construida a base del rechazo hacia varios grupos de población, tanto indígenas como afromexicanos”.

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