La Antigua Tocinería, ubicada en la calle 2 Sur, entre 9 y 11 Oriente, es un inmueble histórico que data del siglo XVII, el cual hasta la fecha conserva el encanto de su arquitectura colonial y los rastros de una Puebla diferente.

Con una fachada rosada, en medio de una Puebla moderna, este edificio continúa recordando aquellos años en la calle César, durante un México virreinal. Tal es así, que mantiene algunos de los atributos ornamentales más representativos de su época y de este estilo arquitectónico. 

Por ejemplo, los balcones fuera de la construcción, los muros altos, dos patios y un túnel con solo iluminación artificial; este último debido al rubro del inmueble.

Arquitectura de La Antigua Tocinería

La estructura arquitectónica de la tocinería refleja su historia y su función, ya que cuenta con dos bóvedas de cañón corrido, creando un túnel que era utilizado para el tratamiento de embutidos. 

Las bóvedas servían para almacenar y conservar productos cárnicos; además, en ellas se realizaban los procesos de ahumado y cocido, por lo cual están diseñadas para mantener bajas temperaturas y una ventilación óptima. 

Al mismo tiempo, una arcada de tres niveles que tenía un horno para la producción de jabón y comunicaba a las bóvedas con una casa habitación de dos niveles con un entrepiso fungía como residencia para la familia dueña del negocio. 

Esa familia llegó a ser muy relevante en la zona, a tal punto que la calle donde se ubica la tocinería fue bautizada un tiempo como “Calle César”, en honor al apellido de los propietarios. 

A lo largo de los años, este inmueble ha sufrido varias modificaciones. Por ejemplo, en el siglo XX se reestructuró para ser habitado como vecindad. 

Y en su más reciente rehabilitación, del 2002 al 2008, se adecuó y acondicionó para comportarse adecuadamente en caso de sismos; conservando y reintegrando la estructura de tal forma que fuera compatible con la original.

El origen del inmueble

La Antigua Tocinería fue originalmente un lugar donde se preparaba y conservaba la carne de cerdo, una actividad muy importante en la época colonial. De ahí el heredado gusto de los poblanos por la carne de puerco, que era una de las principales actividades económicas en el estado, cuando los españoles fundaron el lugar; se fabricaban y comercializaban todo tipo de variedades de productos derivados de la carne de porcino.

La carne se cocía en su propia grasa, con sal, pimienta, laurel y otras especias, para luego guardarse en recipientes cubiertos con una capa de grasa. De esta manera, podía conservarse durante meses sin refrigeración.

Estos productos de la tocinería se comercializaban por todo el Caribe, Sudamérica y llegaban hasta la misma España.

Al ser restaurado y adaptado, este espacio se ha desempeñado como restaurante y salón de eventos, albergando actos culturales y sociales. Es una fuente documental que muestra la riqueza cultural e histórica de Puebla.