Este fenómeno, sustentado en estrategias mediáticas, otorga una ventaja pública a los señalados por otros delitos, relegando a las verdaderas víctimas
Activistas han expresado su preocupación por una narrativa que ha surgido en México, la cual busca convertir a aquellos que cometen actos presuntamente cuestionables en figuras vulnerables. Este fenómeno, sustentado en estrategias mediáticas, otorga una ventaja pública a los señalados por otros delitos, relegando a las verdaderas víctimas, dejándolas en un papel secundario. Tal es el caso de Ana Katiria Suárez, abogada y activista acusada por testimonios públicos de “liderar” una red de extorsión y manipulación judicial que afectó a menores que atravesaron un proceso de divorcio. Suárez habría utilizado su posición para construir relaciones en los que los "victimarios" se presentaban como víctimas, desviando la atención de los hijos menores, quienes eran los principales afectados. Los niños se convirtieron en víctimas invisibilizadas.De acuerdo con diversos documentos y testimonios, Suárez involucraba el uso de menores como herramientas de presión en conflictos legales entre padres separados. En lugar de priorizar el bienestar de los niños, las dinámicas legales se centraban en narrativas que favorecían a los adultos involucrados. Sus colaboradores aseguran que esta red funcionaba mediante la fabricación de pruebas y el abuso de influencias, otorgando resoluciones legales favorables a cambio de sobornos. Estas tácticas no solo perjudicaron a los padres, sino que también expusieron a los niños a un ciclo de vulneración en un entorno que, por el contrario, deberían garantizar su seguridad, integridad y derechos. El impacto de las narrativas mediáticasEl caso de Ana Katiria Suárez fue presentado en “Penitencia”, una serie conducida por Saskia Niño de Rivera, que busca generar empatía hacia los exconvictos. Sin embargo, ha sido criticada por organizaciones como la Red Nacional de Refugios por humanizar a los victimarios y relegar a las víctimas. Un análisis de los episodios emitidos en 2024 reveló que más del 80% de las historias se centraron en las dificultades que enfrentan los victimarios para reinsertarse en la sociedad, mientras que menos del 20% abordaban las consecuencias que sufrieron las víctimas de sus acciones. Un informe de la Asociación para la Defensa de los Derechos de las Víctimas (ADDV) concluyó que estas narrativas justifican el sufrimiento de las víctimas como un daño colateral, mientras refuerzan la percepción de los victimarios como figuras incomprendidas. Este enfoque encaja con lo observado en el caso de Ana Katiria Suárez, donde menores fueron instrumentalizados en esquemas judiciales manipulados, quedando desprotegidos y revictimizados.
|