Sin hogar ni ayuda, miles de perros sufren las inundaciones

Durante la temporada de lluvia en Puebla, aproximadamente 300 mil perritos callejeros pueden ser víctimas de trampas urbanas, cisternas abiertas o alcantarillas sin tapa

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Cortesía Sin hogar ni ayuda, miles de perros sufren las inundaciones

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Mientras la ciudad registra uno de los episodios de lluvias más intensos del año —con inundaciones que han colapsado vialidades como el Periférico, Forjadores y la 11 Sur, y han dejado hasta 70 centímetros de agua en puntos críticos—, también crece la preocupación por los perros en situación de calle, quienes se encuentran especialmente vulnerables ante este desastre natural.

Se estima que en Puebla capital existen aproximadamente 425 mil perros, de los cuales 300 mil carecen de hogar; una realidad alarmante, según datos de la Dirección de Protección Animal del Ayuntamiento. Estos animales, privados de refugio y atención, se enfrentan a riesgos adicionales durante las fuertes lluvias que azotan la región.

Al estar expuestos a la intemperie, los perros pueden sufrir hipotermia durante episodios de granizo o chubascos prolongados, además de estar en riesgo de ahogamiento por corrientes súbitas y desbordamientos en alcantarillas.

Los también conocidos como “lomitos” en situación de calle, pueden ser víctimas de trampas urbanas, como cisternas abiertas o alcantarillas sin tapa, que continúan provocando muertes. Hace unos días, se selló una cisterna tras hallarse varios perros muertos por ahogamiento.

En septiembre pasado, una tormenta cobró la vida de nueve perros callejeros en Tepexco a causa de descargas eléctricas, según reportaron medios locales. Por ello, la electrocución también representa un riesgo latente.

Diversos colectivos y personas animalistas realizan campañas para dotar a estos animales de refugios provisionales, además de colocar bebederos y comederos comunitarios para brindarles auxilio temporal

Miles de canes naufragan en zanjas, luchan contra el frío, buscan refugio en coches abandonados o son arrastrados por corrientes pluviales. Más allá de su bienestar, su situación representa también un riesgo para la salud pública —por el contacto con agua contaminada o el desplazamiento de fauna—, así como para la seguridad vial.