A propósito de la semana de la lactancia materna, en Puebla también se dona, se procesa y se usa para alimentar bebés que se encuentran hospitalizados . Actualmente, el estado cuenta con dos bancos de leche humana certificados por la Red Global de Bancos de Leche Humana, una red internacional que promueve este recurso vital para recién nacidos prematuros o enfermos que no pueden alimentarse directamente de sus madres. Estos bancos se encuentran en el Hospital de la Mujer de Puebla y en el Hospital de la Mujer y Neonatología de Tehuacán, donde la leche materna se recibe, analiza, pasteuriza y redistribuye bajo estrictos controles sanitarios. Además de estos dos espacios, que operan desde 2018, también existe un lactario móvil, una unidad que traslada leche desde hospitales al banco para su procesamiento, y viceversa, garantizando que llegue en condiciones óptimas a los bebés que la necesitan. La red se complementa con 17 lactarios hospitalarios en centros con atención neonatal especializada. Según datos de la Secretaría de Salud estatal, hay 448 mujeres activas donando leche materna en Puebla, y gracias a ellas, más de 1,000 recién nacidos hospitalizados han recibido leche pasteurizada. Existen dos tipos de donadoras:
Ambas son sometidas a estudios clínicos para asegurar que la leche donada sea segura y libre de enfermedades. Te puede interesar: Víctimas de violencia ácida son homenajeadas en Mural de Puebla Algunos datos sobre la lactancia en MéxicoA nivel nacional, solo el 34.2% de los bebés en México reciben lactancia materna exclusiva hasta los seis meses, según cifras del Instituto Nacional de Salud Pública entre 2021 y 2023. La OMS recomienda mantener la lactancia exclusiva hasta los seis meses y continuarla al menos hasta los dos años, combinada con alimentación complementaria. Los beneficios son múltiples: desde el fortalecimiento del sistema inmune hasta la reducción de enfermedades crónicas en la vida adulta, tanto para el bebé como para la madre. Actualmente, la lactancia enfrenta diversos retos y barreras sociales que dificultan su ejercicio como un derecho tanto para las madres como para niñas y niños. Entre ellos destacan la falta de espacios adecuados para amamantar —que garanticen condiciones de privacidad e higiene—, entornos laborales que no favorecen esta práctica para las madres trabajadoras, así como la escasa difusión de sus beneficios, los cuales abarcan aspectos de salud materno-infantil, además de impactos positivos en el medio ambiente y la economía de las familias. |