National Geographic premia al mexicano Julio Hernández por su labor con los albatros

El oceanólogo ha sido reconocido por National Geographic, que le otorgó el premio Buffet por liderazgo en conservación

“Si se pudo hacer en una majestuosa isla remota en medio del Pacífico, se puede hacer en todo el planeta”.
Freddy Angón “Si se pudo hacer en una majestuosa isla remota en medio del Pacífico, se puede hacer en todo el planeta”.

El oceanólogo, Julio Hernández Montoya es originario de Guanajuato, aunque no nació rodeado del océano, su pasión por la vida marina lo llevó a realizar su licenciatura y maestría en Baja California. Llegó a la isla Guadalupe en 2006 para estudiar un lobo marino endémico de la isla, el “lobo fino de Guadalupe”.

El científico mexicano tuvo la idea de transportar huevos y polluelos de un extremo a otro del Pacífico para hallarles un nuevo hogar, una idea que “parecía una locura”.

Julio Hernández Montoya abordó un vuelo crucial de Hawaiian Airlines junto con sus colegas, con "los sentimientos a flor de piel". Cada investigador llevaba una incubadora con huevos de un ave en peligro de extinción, cuyos embriones latían dentro.

El proyecto, inicialmente considerado una locura, se ha convertido en “una luz de esperanza” para el futuro de una especie en peligro. “Sentía una satisfacción enorme y una gran responsabilidad por la importancia de lo que llevaba en esa caja”, comentó Hernández Montoya.

El objetivo del proyecto era rescatar embriones del albatros patas negras de aguas estadounidenses y encontrarles un nuevo hogar en la isla Guadalupe, México, donde serían criados por albatros de Laysan.

Este proyecto, liderado por Julio Hernández Montoya, ha sido reconocido por National Geographic, que le otorgó el premio Buffet por liderazgo en conservación. Hernández Montoya aclara que él es solo un "vocero", y que el proyecto involucra a cientos de personas, desde biólogos hasta personal administrativo.

El primer traslado de embriones ocurrió en 2021, después de más de dos décadas de esfuerzos para restaurar la isla Guadalupe y proteger a las aves marinas que allí anidan.

Huevos o pollitos

Pollito de cuatro meses con sus padres adoptivos                                                                                                                         Foto: © GECI / J.A. Soriano

En el primer año del proyecto (2021), los científicos trasladaron tanto huevos como polluelos para evaluar la mejor estrategia de translocación. “Tenemos que rescatarlos por lo menos quince días después de que hayan roto su huevo, porque antes de eso no generan su propia temperatura y tienen que estar con el padre para calentarlos”, explicó Hernández Montoya. Pero el pollito no puede ser lo suficientemente grande como para "improntarse" en Hawái.

Los pollitos de albatros se ubican con las estrellas, por lo que deben ser retirados de su nido antes de que establezcan sus mapas estelares.

Crianza cruzada

El proyecto, liderado por Hernández Montoya en México y Eric VanderWerf en EE.UU., es un ejemplo de "translocación cruzada". Esta consiste en mover una especie de un lugar a otro dentro de su mismo rango de distribución. En este caso, se involucra a otra especie, el albatros de Laysan, para salvar al albatros patas negras.

Los huevos son rescatados en enero, por lo menos veinte días antes de que el polluelo eclosione. “Si los trasladamos más cerca de la eclosión serían muy frágiles y vulnerables al transporte, y además no queremos que los pollitos nazcan en media travesía”, mencionó Hernández Montoya.

La inesperada llegada de Bruno

Más de 90 aves trasladadas desde Midway han "egresado" de la colonia de Guadalupe. Si todo sale bien, este año llegarán a 127 albatros patas negras translocados, criados y que abandonaron el nido.

Los científicos esperaban que los primeros huevos o pollitos translocados regresaran a la isla Guadalupe en 2025, pero en febrero de 2024, Julio Hernández Montoya avistó a Bruno, un macho de albatros patas negras que había sido transportado como pollito.

“Corrí al auto y llamé por radio a mis compañeros. Fue toda una fiesta, lloramos, nos abrazamos, esperábamos ese momento pero no en 2024”, recuerda Hernández Montoya. Días después llegó Hope, una hembra de albatros patas negras trasladada como huevo, y hasta ahora han aparecido ocho aves del proyecto, prueba de que los albatros translocados reconocen la isla Guadalupe como su "patria".

Hernández Montoya reflexiona: “El mundo necesita nuestra ayuda. El proyecto muestra que sí se puede, que estamos a tiempo de salvar un ecosistema. ¿Cuál es la clave? La cooperación, el estrechar lazos, la empatía y el trabajo dedicado y consciente”.

“Si se pudo hacer en una majestuosa isla remota en medio del Pacífico, se puede hacer en todo el planeta”.

Un pollito de albatros patas negras rompiendo el cascarón en el nido que resguarda un albatros de Laysan                                                                                                                                                                                                                                       Foto: © GECI / J.A. Soriano