Trastorno bipolar, auténtica montaña rusa

Entre la felicidad extrema y la desolación absoluta, así viven las personas con esta enfermedad, pues experimentan cambios bruscos del estado de ánimo.

Selena Gomez ha confesado que sufre trastorno bipolar.
EFE Selena Gomez ha confesado que sufre trastorno bipolar.

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Sentirse lleno de energía, dormir muy pocas horas al día o derrochar dinero son algunos síntomas de esta enfermedad. Cantantes como Kanye West o Selena Gómez o actores como Catherine Zeta-Jones o Jean-Claude Van Damme, ponen rostro a los 45 millones de personas en el mundo con esta enfermedad.

Los especialistas señalan que hay muchas personas con trastorno bipolar, entre ellas personajes conocidos, que llevan una vida completamente normal.

Kanye West, el rapero que quiso ser presidente de los Estados Unidos, ha tenido un verano tormentoso debido al trastorno bipolar. Kim Kardashian ha pedido “compasión y empatía” hacia la salud mental de su marido.

La cantante Selena Gómez también tiene trastorno bipolar. Lo reconoció hace unos meses en una charla con Miley Cyrus transmitida en Instagram Live.

“Fui a uno de los mejores hospitales de salud mental… McLean. Hablé de ello después de pasar por diferentes cosas durante años. Entonces supe que era bipolar”, comentaba Gómez.

 

CAMBIOS BRUSCOS EN EL ESTADO DE ÁNIMO

La artista afirma que tener información sobre el trastorno hace que se sienta más segura y como Selena Gómez otras muchas celebridades viven con trastorno bipolar. Es el caso de Demi Lovato, Catherine Zeta-Jones, Mariah Carey o Jean-Claude Van Damme, por ejemplo.

Las personas con trastorno bipolar experimentan cambios bruscos del estado de ánimo. Estos consisten en bajadas o depresiones, con intensos sentimientos de desesperanza, y en subidas o manías caracterizadas por felicidad extrema y desinhibición.

Las fases maniacas que no son tan extremas se conocen como hipomanías.

Además, puede haber episodios mixtos, en los que es posible “sentirse deprimido y, al mismo tiempo, tener la inquietud y el exceso de actividad de una fase maniaca”, indican los especialistas del Royal College of Psychiatrists, la principal asociación profesional de psiquiatras del Reino Unido.

Según explica esta entidad, durante un episodio depresivo, las personas afectadas son incapaces de pensar positivamente o con esperanza; les resulta difícil tomar decisiones y tienen dificultad para concentrarse.

Además, experimentan inquietud y nerviosismo; pérdida de interés; son incapaces de disfrutar de las cosas; pierden la confianza en sí mismas, se sienten inútiles y pueden tener ideas suicidas.

También presentan cambios físicos como pérdida de apetito y peso, dificultad para conciliar el sueño, agotamiento y pérdida de interés en el sexo. Asimismo, les resulta difícil empezar y acabar cosas, incluso las tareas diarias; evitan la compañía de otras personas y lloran mucho o sienten que quieren hacerlo pero no pueden.

Por el contrario, las fases de manía se caracterizan por la felicidad. “Es una felicidad extrema, no consiste simplemente en estar contentos, que es algo que todos experimentamos,” apunta Iria Grande, secretaria de la Sociedad Española de Psiquiatría.

Asismismo, los especialistas del Royal College of Psychiatrists manifiestan que quienes se encuentran en una fase maniaca están muy felices y excitables; se sienten irritables hacia quienes no comparten su optimismo y tienden a sentirse más importantes de lo normal. Además, se sienten llenos de energía; no quieren o no pueden dormir y tienen mayor interés en el sexo.

 

FASE DE INHIBICIÓN Y EXCESO DE CONFIANZA

En general, quienes atraviesan una fase maniaca están desinhibidos y suelen experimentar cambios en el comportamiento, por ejemplo, hacer planes grandiosos y poco realistas; derrochar dinero; estar muy activos, moviéndose constantemente de un lado a otro; hablar con rapidez; tomar decisiones precipitadas o tratar con exceso de confianza a otras personas, indican los expertos.

Durante una fase maniaca, “se socializa mucho más. Hay un aumento de la creatividad y una disminución de las necesidades de sueño. Eso implica dormir sólo tres o cuatro horas y no estar cansado. De hecho, alguien con un episodio maniaco puede estar dos o tres semanas durmiendo sólo esas pocas horas,” comenta Iria Grande.

La psiquiatra explica que la propia persona no suele vivir esta fase como un problema. No obstante, son sus allegados quienes sufren las consecuencias, que algunas veces son económicas. “Hay quienes, en episodios graves, pueden comprarse dos coches o un piso y después tienen problemas para pagarlo,” apunta.

De hecho, la doctora Grande aclara que los pacientes suelen tener buen recuerdo de los episodios maniacos e hipomaniacos y quieren volver a sentirse así.

La especialista destaca la importancia de que los familiares acudan a hablar con el psiquiatra pues, conociendo su punto de vista, el profesional puede comprender mejor el contexto.

En muchos casos, las personas con trastorno bipolar necesitan un tratamiento farmacológico.

“En el siglo pasado, se descubrió que una sal llamada carbonato de litio funcionaba para estabilizar a los pacientes, es decir, para prevenir estas subidas y bajadas del estados de ánimo y también para tratar los episodios. Es el tratamiento que lleva más años y que se ha visto que es más efectivo,” subraya.

Los especialistas de la Clínica El Seranil, un centro hospitalario especializado en salud mental y situado en la localidad malagueña de Benajarafe (sur de España), señalan que durante las fases de estabilidad (que se denominan eutimia) una persona con trastorno bipolar “puede desenvolverse con normalidad. Dichas fases son más duraderas cuando el paciente está bajo tratamiento,” destacan.