Sales con mucho salero

Existen en distintos colores y sabores

Sales con mucho salero
Agencias | Existen diversas sales con distintos colores y sabores. Sales con mucho salero

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Seguro que aún son muchas las personas que en sus cocinas no cuentan más que con sal fina o sal gorda. Pero si este es su caso sepa que puede ir haciéndole un hueco a la multitud de que van llegando poco a poco a los supermercados o, en casos más exclusivos, a tiendas gourmet.

En la actualidad la sal se ha quitado el complejo de condimento "común" para mostrarse en forma de escamas, flores y cristales con colores como el rosa, el gris o el negro. Todas ellas con procedencias que no sólo tiene por qué ser marina, sino también rocosa, de zonas montañosas o valles.

Una de las primeras sales gourmet en llegar a nuestras vidas fue la sal Maldon, una variedad procedente de unas salinas que existen en el condado de Essex en Inglaterra y que, con forma de escamas, es perfecta para sazonar carnes o pescados a la brasa.

La ruta salina nos lleva casi por obligación, hasta el llamado "caviar" de las sales: la flor de sal de Guérande, procedente de la desembocadura del Loira (Francia), donde ya existía hace 2 mil 700 años. Se trata de un "cloruro sódico", que se cosecha de mayo a septiembre y el mar, el sol y el viento son los tres componentes básicos para una buena cosecha.

Respecto a su estética, se puede decir que es una sal "integral", por ser muy natural y que cuenta con un color grisáceo, que le dan los fondos arenosos.

De vistosos colores es la sal rosa del Himalaya, una sal fósil que se da en las estribaciones de esa cordillera, en los estratos geológicos sedimentarios. Su color pincelado de rosa da muestra de su contenido en hierro e identifica su procedencia que no es otra que las capas profundas alimentadas por las infiltraciones minerales del magma.

La antigüedad, un valor añadido

Otra de las sales que cuenta en su haber con muchos años de historia es la que se cultiva en el Valle de Añana, en Vitoria, al norte de España. Pero además, es otro ejemplo de una sal que no procede del mar, sino de las aguas que brotan en un valle.

La salmuera que nace de los manantiales de este valle se crea de forma natural cuando los cursos de agua dulce atraviesan los filones de sal sólida, depositada en este lugar hace más de 200 millones de años.

Los beneficios de los cristales de esta sal son reconocidos internacionalmente desde 1851, año en el que los salineros presentaron este producto en la Exposición Universal de Londres, donde fueron premiados con una mención honorífica y una medalla de bronce.

Sal de vino, un fallo del destino

Quizá, otras de las sales que más llaman la atención por su color y su sabor sea la "de vino".

Rojizas y de diferentes variedades, según el tipo de uva, éstas tienen su origen en el siglo XVII en el puerto francés de Libourne, explican desde la bodega Abadía de Retuerta que también cuenta con su sal de vino "Tempranillo".

A este puerto francés llegaban los barcos cargados con barricas de vino que, en ocasiones, tiñeron cantidades de sal que, como no se podía vender con ese color, los marineros se la regalaban a la esposa de un tabernero del puerto: Valentín Corner, quien le añadió especias para aportarle un sabor especial.

En la actualidad, la sal de Abadía de Retuerta es una creación del enólogo Pascal Delbeck, quien ha conseguido evolucionar la receta de Corner siempre manteniendo el secreto que ha rodeado a esta sal, también llamada Rubíes de Valentín.

Pequeños lujos que nacieron por azar y que en la actualidad alegran, dan sabor y vida a los platos.