Rifa del avión, cara a cara con el Coronavirus
La venta de boletos inició hace 20 días y el sorteo se programó para el martes 15 de septiembre; sin embargo, la contingencia de salud ha frenado su compra.
El cachito de la rifa del avión presidencial enfrenta un enemigo con más poder: Covid-19. A más de tres semanas del inicio de la venta de los boletos para la rifa propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, en los tradicionales estanquillos del Centro Histórico la venta avanza lentamente. Vendedores afirmaron a El Popular, diario imparcial de Puebla, que no hay un interés generalizado de parte de la población y sólo algunos preguntan por las piezas, y todavía menos las compran. Amalia trabaja en uno de los expendios acreditados por la Lotería Nacional y afirma que por ahora no se mueven mucho esos cachitos. “Sí vendimos algunos, no voy a decir que no porque no es cierto; pero la gente no viene y pregunta a diario por los boletos, porque sí están caros comparados con los sorteos tradicionales,” menciona. También lee: Oriental, la promesa incumplida de priístas y panistas“Y ahora con esto del coronavirus no sé qué tanto se puedan vender, la gente va a estar más preocupada por eso que por comprar boletos para la rifa del avión presidencial,” comenta la vendedora de billetes de lotería. En un recorrido por el Centro Histórico, los estanquillos permanecían abiertos -hasta antes del 20 de marzo-; sin embargo, la afluencia a este tipo de establecimientos era mínima, de acuerdo con los dependientes.
En una de sus conferencias mañaneras, López obrador presumió que los billetes de la rifa estaban agotándose, sin especificar las cifras de venta. No obstante, en la comercialización directa al público, por el momento no encontraron interés entre los poblanos. Daniel Rementería es un abogado de 55 años de edad, participante habitual en sorteos y pronósticos deportivos, y asegura que este tipo de rifas no son atractivas para personas como él, que usualmente compran hasta cachitos para esperar la suerte de su vida. “Son muy caros, la verdad muy caros, y las probabilidades de ganarse uno de los premios, porque ya ve que dicen que en realidad uno no se gana el avión, es muy baja, porque los que compramos constantemente ya sabemos esas cosas,” comenta. “Además, hay que preguntarnos si vale la pena ese sorteo o mejor comprar cosas que se necesitan en la casa,” menciona. De acuerdo con datos en el sitio de internet de la Lotería Nacional, el billete para el Sorteo Magno del 18 de marzo, en conmemoración de la Expropiación Petrolera, tuvo un costo de 120 pesos; es decir, 380 pesos menos. En tanto, el Sorteo Mayor del 24 de marzo ofrece el cachito a 30 pesos, lo que le permitiría a un jugador adquirir una serie, cuyo costo es de 600 pesos y con mayor oportunidad de ganar 21 millones de pesos. La rifa del avión se programó para el martes 15 de septiembre, por lo que todavía quedan por delante poco más de 165 días para que se vendan los billetes. Empero, los comerciantes no ven buenas expectativas, al menos no por ahora en tanto prevalezcan las condiciones de aislamiento debido a la pandemia del Covid-19. “Es cierto que falta mucho para el sorteo y todavía se pueden vender, pero hasta ahora no hemos visto mucho interés; no sé si es porque cuesta 500 pesos, o porque de plano la gente no quiere o no sabe. No sé qué pasa, pero ahí están, todavía no se vende ni la mitad de los que me dieron,” afirma Jesús, otro vendedor de lotería.
“Ya veremos qué pasa en los siguientes meses, a ver si mejora, pero ahorita de plano no salen,” agrega. En el sitio de internet de la Lotería no hay información sobre cuántos boletos se distribuyeron a cada entidad federativa, ni cuántos fueron adquiridos por los grupos de empresarios con los que se reunió el presidente antes del inicio formal de la venta al público. “No, qué voy a comprar, están bien caros; mejor compro para comer,” argumenta María Salgado, a quien también le gusta jugar lotería de forma habitual. “Compro de los baratos, porque sé que puedo ganarme un reintegro o un premio chiquito, y se siente uno bien; ya una vez gané un reintegro, pero ya gastar tanto para que no se gane uno nada… mejor gasto eso en una despensa,” agrega. El costo de una despensa oscila entre los 500 y los 600 pesos, según el establecimiento al que se acuda, así como la marca de los productos que la integren.
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