Martes 28 de Junio de 2016 |
El reglamento taurino dice más o menos que cuando el piso esté en malas condiciones por la lluvia será decisión del primer espada, previo acuerdo con sus alternantes, decidir si un festejo se puede realizar o no. El domingo pasado cayó un chubasco durante la lidia del tercero de la tarde. Cuando el novillo dobló, el ruedo de la monumental plaza de toros México estaba encharcado, pero el cielo ya no tenía el manto de una nube negra y sólo caían unas gotas. Era cosa de sacar el agua del ruedo y echar aserrín, pero nunca se hizo el intento, la camioneta, que otras veces arrastra los novillos al destazadero, nunca apareció en el patio de cuadrillas cargada con los bultos de aserrín. Parecía que existía un plan: si llueve suspendemos. Los novilleros platicaban con los subalternos y a las 18:05 horas, con el cielo limpio en su totalidad, alguien tomó la decisión de suspender la novillada. Se avisó por el sonido local. Todo hace pensar que la decisión la tomó la autoridad. Usted sabe a la perfección que la autoridad es la empresa. Otras ocasiones, con peores circunstancias climatológicas y pésimas condiciones del ruedo echan pa'lante, se le da una arregladita al ruedo y sale el toro. Ahora la empresa se quedó con tres novillos, sólo comprará otros tres o los tomará de alguna de sus ganaderías y ya libraron la cuarta del serial. El reglamento también menciona que muerto el segundo toro, se amuela el público y no hay devolución alguna. Un buen detalle de la empresa sería permitir que la gente entrara a la cuarta novillada con el boleto de la suspendida. Entristece la escasa asistencia del público a las novilladas, desde hace varios años ya es normal. A nadie le sorprende. Inclusive en algunas crónicas se dice: "para novillada es una buena entrada". También se justifica con el clima o con el futbol, en ese absurdo afán del autoengaño y maquillar todo lo que se pueda. Es notorio que la empresa ya dio de sí, llegó a su tope, como se dice ahora: terminó su ciclo. El conformismo es su signo. Desde hace varios años que las entradas son pésimas, no sólo en las novilladas, también en las corridas. A excepción de tres o cuatro tardes en que más o menos se llena el tendido numerado, los demás festejos se realizan ante más cemento que gente. Los empresarios de la México sólo vegetan, observan cómo agoniza la fiesta, están en franca resignación. No se aprecia alguna estrategia para las novilladas, se percibe incompetencia, con el pretexto que no hay festejos menores en provincia consideran que ellos no tienen responsabilidad alguna. Además de no atraer gente al coso, pareciera que se pretende sacar a la que está adentro. ¿Por qué no cambiar el horario? Pudiera ser que si las novilladas se realizaran a las 12 del día no asista gente, pero hagan la prueba. A las 16:30 horas ya se vio que no funciona, de a perdido devuélvanle a la gente su media hora, que sean a las 16. No sólo es el horario, la forma de hacer los carteles sorprende. Cuando algún chaval corta una oreja la consigna es no repetirlo. Qué tal el año pasado que a Antonio Mendoza, luego de una buena faena en la novillada inaugural –hasta le indultaron un novillo– lo repitieron casi al final. Este año, bien que mal, Diego Emilio cortó una oreja en la primera, aún no repite. En fin. Sólo tres novillos se jugaron del hierro tlaxcalteca de De Haro. Los de la divisa tabaco y oro, propiedad de Antonio de Haro, no bajaron sus bonos, al contrario. El primero fue ovacionado de salida por su trapío, el pizarrón tenía anotado que Cinco Rolas pesaba 453 kilogramos, su apariencia era de más tonelaje. Los tres novillos jugados fueron ovacionados en el arrastre. De Haro sigue a la alza. Banquete que se darían los aficionados si un 5 de febrero se lidiara un encierro de esa divisa en la México, pero los figurines extranjeros y algunos nacionales no quieren verlos ni en fotografía. No puede pasar desapercibida la extraordinaria brega de Juan Ramón Saldaña, lo más torero de la novillada corrió a su cargo. Después del tercio de banderillas del segundo, a una mano, con la punta del capote, se llevó al novillo de los medios hasta el burladero de aviso de la porra. Sigo con la duda: ¿quién suspendió la novillada? |