Nueva política migratoria norteamericana, temores y oportunidades

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Alberto JIMÉNEZ MERINO


Noviembre 14, 2016

Con el agravamiento del cambio climático, que ya representa erogaciones anuales de 24 mil millones de pesos; la paridad del peso frente al dólar que se cotiza por arriba de 20 pesos, y la situación migratoria de millones de mexicanos radicados en Estados Unidos, hay temores fundados de dificultades socioeconómicas en México después de las votaciones del 9 de noviembre en EU.

Existen también grandes oportunidades si empezamos a hacemos de forma diferente las cosas que son parte fundamental para solucionar problemas ancestrales, como la pobreza de millones de mexicanos.

Mucho se ha comentado de los grandes temores que hoy día experimenta la comunidad latina tras los resultados obtenidos en la elección presidencial de Estados Unidos, esto debido al rechazo de la reforma migratoria por los legisladores norteamericanos a la iniciativa del presidente Barack Obama.

Conjuntamente con esta votación en contra de la política migratoria, los temores se acrecentaron ya que en la campaña del ahora presidente electo Donald Trump, hubo expresiones xenofóbicas, particularmente hacia los mexicanos quienes suman más de 24 millones en ese país, como la intención de impulsar la construcción de un muro en la frontera norte, la revisión del Tratado de Libre Comercio (TLC) y la deportación de connacionales que carezcan de documentación legal de residencia.

Sin embargo, voces de empresarios migrantes en EU han manifestado su preocupación por el posible despido de mexicanos que carecen de documentos debido a las revisiones que se prevé se realicen con la llegada del nuevo gobierno.

En Puebla sabemos que la migración de nuestros paisanos hacia Estados Unidos no es cosa menor. Cada familia mixteca tiene al menos un familiar migrante en norteamérica. Más de un millón de poblanos viven en Estados Unidos. Tan sólo en Nueva York viven más de 600 mil y le siguen en importancia Los Ángeles, New Jersey, Chicago, Filadelfia, Dallas y en menor proporción, otros destinos.

El fenómeno migratorio ha sido una de las más importantes opciones para miles de poblanos desde 1940, ya que al no encontrar condiciones para sobrevivir aquí, eligieron dejar sus pueblos y familias en busca de mejores oportunidades.

En mi experiencia he observado que la disponibilidad de agua está asociada muy fuertemente a la migración. Al no tener el vital elemento para necesidades básicas, ni para la producción de los alimentos o la obtención de ingresos, la gente busca en otros destinos las oportunidades que no encuentra en su comunidad.

Sin embargo, las condiciones allá no son fáciles. Pese a que los salarios son mejores y el pago es por hora, los trabajos son muy pesados, la jornada laboral es ardua, pues inicia al amanecer y termina al anochecer y aunque, como ya mencioné, la remuneración económica es atractiva, también los gastos son altos. Muchos de nuestros paisanos asentados en el vecino país del norte viven en viviendas modestas, insalubres y con gran hacinamiento. Así lo vi hace algunos años en el Bronx.

Aún con las condiciones de vida de nuestros migrantes en el país que los alberga, Puebla recibe anualmente poco más de 2 mil millones de dólares de los casi 23 mil millones que llegan al país. Estos ingresos se destinan en 85 por ciento a la compra de consumibles, entre ellos los alimentos y vestido; una décima parte se orienta a construcción e inversiones fijas y sólo 5 por ciento son utilizados en inversiones que multipliquen recursos. No hay educación financiera entre nuestra población. Tampoco la tienen nuestros migrantes, excepto algunas pocas excepciones.

En materia comercial, México destina 80 por ciento de sus exportaciones hacia Estados Unidos. En el sector agroalimentario la cifra es mayor. Sólo en hortalizas, Puebla envía más de 250 mil toneladas que representan un ingreso superior a los 200 millones de pesos anuales.

Ante estas situaciones que deberán enfrentar nuestro país y nuestro estado para dar solución a esta nueva realidad se necesita una revisión a fondo de las políticas públicas en materia económica, educativa, productiva y comercial.

Se requiere de un importante incremento a los presupuestos para fortalecer iniciativas de emprendedores que hoy tienen muy escasa cobertura; fortalecer las empresas nacionales; mayor inversión en sectores como el agua, el desarrollo de infraestructura productiva, sanitaria y de inocuidad.

Necesitamos una política educativa que le dé mayor importancia a la formación técnica, a la innovación y a la formación de líderes que conozcan la realidad de sus comunidades y las posibilidades de desarrollo existentes.

También debemos impulsar de manera real a la diversificación de mercados para aprovechar nuevas oportunidades en el Medio Oriente, el bloque Asia–Pacífico, Latinoamérica y Europa, sin dejar el apoyo a la mercadotecnia, misiones comerciales o tecnológicas que en la actualidad son muy limitados. Sin duda, los problemas son dolorosos, pero cada uno trae consigo al menos una oportunidad.

@jimenezmerino

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