Los estudiantes deben participar en la transformación de este país

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Érick GARCÍA


Agosto 04, 2017

En días pasados, las escuelas adheridas al Movimiento Antorchista en la Sierra Norte de Puebla festejaron la ceremonia de graduación de los bachilleratos, secundarias, primarias y preescolares, cuyas generaciones egresaron bajo el nombre A 100 Años de la Revolución de Octubre de 1917, que dirigió el líder y teórico de los trabajadores del mundo en el Siglo XX, Vladimir Ilich Lenin.

¿Por qué bajo ese nombre? Porque Rusia fue un país en cuyo seno se llevó a cabo el primer gran ensayo de la toma del poder por parte de los trabajadores, obreros, campesinos y soldados pobres, que en su momento frenó las injusticias sociales en aquel país y cuyo valeroso ejército detuvo los afanes de dominio de las potencias imperialistas durante la II Guerra Mundial y en la Guerra Fría.

Creo que conviene sacar lecciones de lo ocurrido en la Revolución de Octubre de 1917. Algunos datos nos ayudarán a eso: en la URSS, el 99.7 por ciento de la población sabía leer y escribir, se convirtió en una potencia económica, militar, científica y educativa, que competía con Estados Unidos en todos los terrenos: la ciencia, las matemáticas, las artes, la educación, etcétera, como se ha encargado de registrarlo puntualmente la historia del mundo. Y todo esto se logró gracias a que los trabajadores se organizaron bajo un solo ideal: el poder debe ser del pueblo.

¿Y cuáles son las lecciones para México? Que en México, a pesar de lo que digan los defensores del Estado Mexicano y el sistema actual de partidos, vivimos en un país con muchos problemas, que cada día se profundizan. De acuerdo con datos estadísticos, reconocidos por la oficialidad, vivimos en un país desigual y con rezago educativo crónico. Entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es uno de los peores en desempeño del aprendizaje en la lectura, matemáticas y ciencias. Julio Boltvinik, investigador de El Colegio de México, afirma que la cifra de pobres en el país es de 100 millones, de los 120 millones de mexicanos. En México, el 85 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza y pobreza extrema, sin tener para comer al día siguiente, sin que le alcance para vivir decorosamente, mientras diez familias concentran casi toda la riqueza del país. De manera que el rezago educativo nuestro no es fortuito, sino que tiene un origen: la injusta distribución de la riqueza social.

Gran cantidad de jóvenes se queda sin poder estudiar y la inmensa mayoría no por falta de capacidad intelectual, sino por falta de capacidad económica. Niños y jóvenes que debieran estar estudiando se encuentran trabajando para ayudar en la economía familiar. Esta es la realidad. Además, un vistazo a cualquier escuela de colonia popular nos dirá que las instituciones carecen hasta de lo indispensable, por lo tanto, los alumnos no pueden aprovechar al máximo la educación que se ofrece.

Ante este panorama, los hijos del pueblo trabajador deben estar educados, preparados, porque la misma realidad se los demandará. Los estudiantes deben participar en la transformación de este país, contribuir en todo momento a la construcción de una sociedad más justa, en la que todos los individuos puedan desarrollarse plenamente. Pero lo harán de mejor manera si están educados y politizados, que es lo que busca el Movimiento Antorchista.

Hace algunos años, el comandante en jefe del gran ejército revolucionario de Cuba, Fidel Alejandro Castro Ruz, afirmó: "He creído siempre, y pienso que lógicamente ustedes también lo creen, en que la educación es el arma más poderosa que tiene el hombre para crear una ética, para crear una conciencia, para crear un sentido del deber, un sentido de la organización, de la disciplina, de la responsabilidad".

La pobreza en el país seguirá creciendo. Las mismas carencias de servicios básicos de la gente seguirá siendo un problema y la educación seguirá siendo raquítica, por ejemplo, en la Sierra Norte la formación académica se concreta en generala terminar la telesecundaria en sus ejidos o en sus colonias marginadas.

Por ello, los jóvenes deben organizarse para lograr una educación democrática, científica y popular, que es la que México reclama para romper el círculo vicioso en que estamos metidos. Esta educación es necesaria y posible. Los jóvenes deben de adoptar una actitud progresista. Esa es la invitación.

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