Zonas metropolitanas, ¿quién y para qué se delimitan?

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Una de las perturbaciones más frecuentes en los medios académicos y algunos ámbitos de gobiernos locales relacionados con el proceso de urbanización en México está en la duda de la objetividad de la demarcación de zonas metropolitanas en México, establecida por el Grupo Interdisciplinario formado (ahora) por Sedatu, Conapo e Inegi, instaurado desde el primer lustro del siglo XXI.

Se pregunta incluso en foros ¿cómo es posible que en Teziutlán exista una zona metropolitana con sólo dos municipios? Lo mismo que en Tehuacán. Por supuesto, no es el número de municipios lo que determina la presencia de zonas metropolitanas emergentes, sino la intensa relación entre ellos en términos de movimientos pendular escasa-trabajo, es decir, la movilidad sin adjetivos. ¿Y la metodología? Ella está definida en las publicaciones del Grupo Interdisciplinario, cuyos criterios técnicos fueron consensados con investigadores de prestigio.

Sin embargo, en la reunión preparatoria de Hábitat III, realizada en Puebla en 2015 para poner un precioso ejemplo, los consultores visitantes decidieron que estaba bien ?para ellos? trabajar con seis municipios periurbanos a la ciudad de Puebla y de ahí sacaron análisis, indicadores y otras tantas luces, cual conclusiones rápidas aplicadas a la angélica metrópoli… Nadie objetó entonces nada de aquella delimitación, pues cómo sí lo decían hombres blancos y barbados; lo que, por supuesto, más aplica a la zona conurbada que a la zona metropolitana, o también a la demarcación de 1976 que Luis Unikel señaló en su libro Desarrollo urbano en México (Premio Nacional Banamex, para más señas).

En el extremo de paradojas ?pues hablando de metrópolis parece que de eso se trata?dos estudios sobre Puebla metropolitana y un intento fallido de programa, que se realizaron al final de la década pasada, hicieron una demarcación con el método lírico, a pesar de que la configuración para las zonas metropolitanas estaba plenamente establecida en 2007;olímpicamente hicieron de lado la ya aumentada y corregida demarcación del Grupo Institucional, obligatoria sobre todo para el acceso de recursos, como los del fondo metropolitano .Obstinadamente, ambos estudios se atuvieron a los 32 municipios con que el Instituto de Ciencias de la BUAP elaboró el programa de desarrollo de la entonces zona conurbada Puebla-Tlaxcala, con base en la normatividad vigente.

En tanto, el intento de programa metropolitano que realizó la Secretaría correspondiente del entonces gobierno del Estado de Puebla, tomó de referencia a 39 municipios, uno más del grupo interinstitucional, ni Acajete ni Atlixco, sino Cuautinchán. A decir verdad, las demarcaciones de la zona metropolitana de Puebla fueron cambiando en las postrimerías del siglo pasado. Especialistas de metrópolis como María Eugenia Negrete, Jaime Sobrino y Valentín Ibarra?investigadores del Colegio de México? daban distintas cifras de municipios para la Puebla metropolitana:12, 18, 23 y 32, siendo este último valor el que acogió el Grupo Interinstitucional antes de unificar su metodología y, de paso, eliminar la diferencia entre zonas y aglomeraciones metropolitanas.

Sin duda, el tema metropolitano sigue siendo de muy difícil tratamiento en los medios académicos y entre quienes han llevado a cabo las políticas urbanas hasta 2012; o no lo tenían claro o de plano rechazaban lo establecido por el Grupo Interdisciplinario. Sí, sus enfoques convencionales, costumbristas, con base en categorías o imperativos categóricos, rígidos e intolerables, no estaban predispuestos a asimilar convenciones nuevas, nacidas de la necesidad de consenso para avanzar en el conocimiento del proceso metropolitano; lo que era algo, considerando que el proceso metropolitano es desde principios del milenio el más influyente acontecimiento de nuestro país.

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