Viernes 20 de Julio de 2018 |
¿Para qué sirve el fútbol? Para lo mismo que la ilusión. Arrigo Sacchi dijo alguna vez que el fútbol es la cosa más importante entre las cosas que menos importan. Quizá tiene razón; los sueños durante varias semanas mutaron y cobraron forma esférica que corrió por los campos soviéticos y, hoy, por fin descansarán durante cuatro años. Los escritores también debemos aprender a desaparecer, dejar de escribir y leer desaforadamente para regresar al ruedo con más honradez. Desafortunadamente, no podemos permitirnos exiliarnos durante tanto tiempo porque los hombres de letras son prácticamente incapaces de despertar las mismas pasiones que el fútbol ferozmente a través de la emoción provoca en el vulgo. El domingo pasado, Croacia concilió con la historia y nos regaló durante noventa minutos una analogía de las viejas historias guerreras de sus antecesores eslavos. Los románticos y desencantados del mercantilismo voraz del deporte, sonrieron por unos instantes al recordar viejos duelos mundialistas donde la sangre y las calcetas fangosas culminaban las batallas más aguerridas. Al final, Francia como era de esperarse, se llevó el triunfo, pero su campeonato mundial, se verá opacado por aquella extraordinaria escuadra comandada por Zinedine Zidane. El actual juego francés, pragmático y soso, no pasará la historia y quizá, la humilde medianía croata pueda ser narrada por nosotros hacia nuestra descendencia como uno de los subcampeonatos más dignos en las copas del mundo. Cada mundial nos hacemos más viejos. Algunas personas cuentan su edad por cuántos mundiales han presenciado. Aprovecho esta oportunidad para recordar mis uniformes rotos, mi rostro atezado por los golpes del sol y las decenas de parches para remendar mis pantalones. El balón es capaz de darle más felicidad a un niño que cientos de cuentos inolvidables. Actualmente, las cosas han cambiado un poco. Sigo jugando fútbol, además de otros deportes, pero la mayor parte del tiempo se la dedico a la lectura y escritura. Mi madre ya no se molesta por la ropa echada a perder sino por mi salud. "Cuídate los ojos, lees mucho y cuando seas grande, ya no podrás leer y sé que eso te hará muy infeliz, y yo siempre quiero verte feliz". El fútbol genera tanto morbo porque al igual que la vida no tiene lógica ni se puede predecir el comportamiento de los participantes. El giro del balón nos vincula con nuestros ancestros y el poder de los pies para recorrer grandes distancias hacia nuevas y fértiles tierras con forma de portería. A diferencia de otros deportes, donde hay estadísticas que permiten predecir el resultado del juego como el porcentaje de bateo, poder de la pegada o anotaciones vía gol de campo; el fútbol se rebela y nos acerca a Albert Camus (1913 - 1960) y a su concepto del absurdo. La vida y el juego en unos instantes nos pueden llevar de la gloria a la desgracia como una tragicomedia filosófica. Croacia comprueba la siguiente teoría: perder también puede ser un arte. Así que, esperaremos cuatro años para presenciar nuevamente la competencia futbolística que reúne a más de treinta naciones y donde siempre gana Alemania, o los que, puedan imitarlos. Hoy, llamada Francia.
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