Viernes 28 de Septiembre de 2018 |
El problema para un sistema corrupto y cruel, es que por más que reprima, asesine y ejerza la desaparición forzada, siempre está el coraje de expresar y denunciar. 1968, con el mayo francés, Universidad de Berkeley en los USA, Tokio, Varsovia, Praga, Berlín, Roma; Vietnam. El mundo iniciaba por irse encontrando para despejar la modorra de las injusticias. 1968, a 50 años de la masacre, el genocidio es permanente. Donde no puede evadir el peso de la historia, porque su sombra negra y de sangre, es una pesada losa sobre la dignidad de un pueblo humilde y con ganas de vivir con justicia. El titular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), Jaime Rochín, afirmó que "fue un crimen de Estado el empleo de francotiradores que dispararon, a fin de crear caos, terror y una narrativa oficial para criminalizar la protesta; fue un crimen de Estado que continuó más allá del 2 de octubre con detenciones arbitrarias y torturas". Según Rochín, el Estado mexicano "mostró su rostro más autoritario" ese día en el que murieron un número todavía indeterminado de personas, fundamentalmente jóvenes, y cuando las instituciones del Estado fueron utilizadas para cometer violaciones a los derechos humanos "inobjetables" y cuyas víctimas todavía esperan justicia. La nación México, es donde la violación sistemática de derechos humanos carece de sentido para el sistema político y económico. Porque existe un pacto de impunidad, siendo que la justicia no sirve, porque los encargados de cuidar la ley, la saquean a su libre albedrío e intereses. La masacre del 2 de Octubre, no ha tenido el impacto que pretenden decir los amos de la impunidad, al decir que es el inicio de la democracia. Los movimientos sociales siguen siendo considerados "amenazas" al Estado. La brutalidad del Ejército contra estudiantes en Tlatelolco no fue una excepción, sino la sistemática "solución" que se aplica hasta hoy con el beneplácito del gran empresariado Ya sea familiares del 2 de Octubre, como de cada acto de represión y ejecuciones de parte del gobierno, cada padre y madre, les corroe la angustia y coraje de la manera en que han sido asesinados. Jóvenes que no eran enemigos de la nación, solamente son parte de la expresión social, donde las arterias corre la sangre de la verdad. corazones que ya no laten, pero continúan resonando acusadoramente contra tales actos de criminalidad de Estado. Las gargantas resecas, que se anudan, por la angustia y miedo, ante la inminente muerte.
Los enemigos Pablo neruda Ellos aquí trajeron los fusiles repletos de pólvora, ellos mandaron el acerbo exterminio, ellos aquí encontraron un pueblo que cantaba, un pueblo por deber y por amor reunido, y la delgada niña cayó con su bandera, y el joven sonriente rodó a su lado herido, y el estupor del pueblo vio caer a los muertos con furia y con dolor. Entonces, en el sitio donde cayeron los asesinados, bajaron las banderas a empaparse de sangre para alzarse de nuevo frente a los asesinos. Por esos muertos, nuestros muertos, pido castigo. Para los que de sangre salpicaron la patria, pido castigo. Para el verdugo que mandó esta muerte, pido castigo. Para el traidor que ascendió sobre el crimen, pido castigo. Para el que dio la orden de agonía, pido castigo. Para los que defendieron este crimen, pido castigo. No quiero que me den la mano empapada con nuestra sangre. Pido castigo. No los quiero de embajadores, tampoco en su casa tranquilos, los quiero ver aquí juzgados en esta plaza, en este sitio. Quiero castigo. El clamor social dice: el respeto a nuestros derechos, es justicia. La respuesta es represión. La violencia del Estado, quien agrede a manifestantes pacíficos en las ciudades del país tienen miedo de que el pueblo asuma su papel histórico. La emergencia de la tragedia nacional del 68, los muchos más, donde la tierra se humedece con sus cuerpos; tierra que también, desde sus entrañas, emite el mismo clamor: justica. Desde el Estado, cada periodo de gobierno, deja sentado que su dureza no va acompañada de las demandas sociales, al contrario, la represión, la desaparición forzada, la ejecución de líderes sociales, al grado de que es capaz de asesinar a los propios como Colosio y Ruiz Massieu Estamos ante una crisis profunda de país, motivada por la cleptocracia, cínica. El Batallón Olimpia, los Halcones del 10 de junio de 1970, son parte de brigadas blancas y de escuadrones de la muerte del Estado, por lo que sociólogos, defensores de derechos humanos, abogados y activistas coinciden en que, a 5 décadas de la matanza de Tlatelolco, la represión del Estado es peor que la de 1968. Hoy se cuentan, como sólo un ejemplo, 37 mil desaparecidos y se pueden enumerar recientes ataques indiscriminados contra una población organizada: la irrupción de los cuerpos policiacos en poblaciones, como Acteal, El Charco (1999), Atenco (2006) y Nochixtlán (2016), la ocupación de la entonces paraestatal Luz y Fuerza del Centro (2009), la represión a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (2006), el involucramiento en la desaparición de los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal Rural Isidro Brugos, de Ayotzinapa, Guerrero (2014), entre muchos otros. Es la verdadera personalidad del crimen de Estado.
rodrigo.ivan@yahoo.com.mx *Analista político y de prospectiva social |