Nueva Agenda Urbana, marco universal de referencia

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Cuando hacia los años sesenta del siglo pasado estudiábamos urbanismo, a lo largo de los años de la carrera de arquitecto, no nos imaginábamos siquiera que al cabo de medio siglo se generarían instrumentos de valor universal en materia de urbanismo. Principios, valores, instrumentos, compromisos, búsquedas de acuerdos, construcción de consensos. Teorías fundadas en una gran voluntad civilizatoria donde las ciudades formarían -más tarde o más temprano- la parte central de las luchas hacia el desarrollo sostenible (o sustentable).

Por aquellos días nos parecía suficientemente venerable la Carta de Atenas, que aún mostraba con magistral franqueza las aspiraciones humanas de la arquitectura moderna (ingenuamente diríamos hoy), su intención de aportar bienestar. Visión más evolucionada, sino más revolucionaria, en la que no se desconocía el valor de la naturaleza, aunque se desconocía el carácter mundano en que iba a degenerar el "estilo internacional". Con estos principios en vilo, reforzados por el redescubrimiento que el arquitecto norteamericano Wrighthizo de la relación física y simbólica entre el espacio abierto-urbano-espacio interior, el enigma se selló. Una relación fructífera que el arquitecto alemán Walter Gropius llamaba en sus propios proyectos el logro de la arquitectura integral…. Cualidades, diríamos nosotros, que nunca han estado ausentes en arquitectos de talante, pues incluso ni a los posmodernos se les puede escamotear su magnífico manejo simultáneo del espacio interior y exterior, del espacio público con el exclusivo, del minimalismo interiorista con el maximalismo que ofrece todo intento de espacio cultural y verde.

No debe de confundirnos en nuestro medio que muchas veces estas grandes corrientes de arquitectura urbana, cuando llegaron para quedarse, estuvieran muy poco dispuestas, o de plano indispuestas de manera muy mezquina, en hacer valer la propuesta urbanística. Aquí, como en otras corrientes artísticas y del desarrollo cultural, se pone en primer término de la expresión la influencia mercantilista, que desde el siglo XIX desclasa las ideas originales importadas de Europa.

Cuando uno camina por los espacios urbanos solitarios de Ciudad Modelo, en San José Chiapa, y se informa que ellos y sus multifamiliares deberían estar llenos y bulliciosos, pero no lo están…, verdaderamente se asombra de la distancia que debe de existir entre una idea preciosa y su puesta en práctica. Entre las palabras y las cosas. No es cuestión de eso, pues no se trata tan sólo de un error o una serie de errores burocráticos…, sino de un silencio adiestrado en materia de planeación a gran escala. No son silencios nuevos, ni de los inocentes. Nos vienen de lejos. De muy atrás. Por ejemplo: entre 1957 y 1969, la Estación Nueva de ferrocarriles estuvo ahí, vacía, deteriorándose debido simplemente aque en principio el desarrollo de la ciudad no alcanzó a vincular con plenitud el espectacular proyecto de la estación nueva con la infraestructura urbana adecuada.

La Célula, antes de su reciente recuperación por la Industria Militar Nacional, era célula muerta. Nonata. Moraleja: los megaproyectos siempre tienen que ser pensados dos veces (mejor decir: se deben repensar siempre). Que sean posibles o no, depende de su capacidad para ajustarse al entorno y sumarle valor público al conjunto de las ciudades y poblaciones cercanas.

Cuando reflexionamos sobre la Nueva Agenda Urbana, nos pasa lo mismo que cuando lo hacemos sobre los objetivos del milenio, los del 2030, los del Desarrollo Sostenible. ¿Quién puede estar contra ellos? Son principios, valores humanos que además de actuar en nuestras mentes como organizadores de materia gris, orientan a la acción colectiva.

Son deseosde humanidad. Sueños. Palabras tratando de resignificar ciudades en que nadie se rezague, nadie se quede atrás.

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