Puebla, elecciones,  políticas públicas olvidadas y desarrollo social

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Alberto JIMÉNEZ MERINO


Enero 28, 2019

En una revisión de lo que ha faltado en Puebla para lograr un mayor desarrollo de la población se encuentran la seguridad pública, el fomento productivo, la formación de líderes tecnológicos, apoyo al sector agroalimentario, ambiental e hídrico, educación financiera, orientación vocacional así como valores éticos y cívicos.

Pensar en las próximas elecciones es algo inherente a los gobiernos como garantía de mantener el respaldo popular que asegure la implementación de políticas, programas, acciones e incluso, caprichos sin sustento, y nadie escapa a ello.

En épocas electorales, muchos se vuelven simpáticos, saludadores, audaces y prometedores de paraísos que saben bien, no podrán cumplir. Son las cosas que a la gente le gusta escuchar. Después, sólo se dirá "no hay recursos, no se pudo". Y la vida sigue en un cuento de nunca acabar.

La política sin principios nos ha hecho mucho daño. Ganar a cualquier precio se vuelve contra la población aunque ésta no se dé cuenta. De ello hay múltiples ejemplos.

Con frecuencia se olvida que la finalidad de la política es la unión de la gente para impulsar su propio desarrollo.

Entre los actores políticos, una buena parte está pensando desde el primer día, cómo llegar al siguiente cargo. Recuerdo aún cuando un director de facultad en Chapingo, en su discurso de agradecimiento por el triunfo dijo: "y de aquí vamos directo a la rectoría". Así he visto a varios por aquí cerquita tanto en el Ejecutivo como el Legislativo.

El servicio a los demás es un privilegio para quienes hemos tenido la fortuna de hacerlo, y no tiene que ver sólo con cargos públicos.

El servicio a nuestros semejantes es el único sentido que la vida tiene. Ayudar, apoyar, atender, escuchar u orientar. Aprender y encontrar soluciones conjuntas.

Por eso como poblano, como hijo del pueblo y producto de la cultura del esfuerzo, como miles de poblanos, he dedicado varios años a recorrer Puebla y sus comunidades. Así, he aprendido y conocido directamente lo que los poblanos necesitan.

Mucha gente refiere ahora la intranquilidad en la que viven, la preocupación por la seguridad de sus hijos, lo inexplicable de haber cerrado agencias del Ministerio Público y la complicación para denunciar, como me lo expresaron en Acatlán; o la desactivación de células policiacas que hoy sólo hacen funciones de vialidad como en Huejotzingo; y la falta de recursos, equipo, armamento y personal para las funciones de seguridad que, actualmente, tienen en la mayoría de los municipios.

El fomento productivo siempre ha padecido de apoyos. No se ha entendido que el bienestar que se ha apoyado y se apoya en forma suficiente, necesita de un soporte para mantenerse. El pago de los servicios y su mantenimiento requiere que las familias tengan ingresos. Ese soporte sólo puede venir de la riqueza que genera el fomento productivo o el empleo. Y en ese ámbito, las políticas públicas son muy débiles o ausentes.

Por su parte, la formación de líderes tecnológicos se ha reducido a esfuerzos particulares de las empresas. El gobierno está ausente de esta necesidad. La vinculación de la educación con las necesidades de los sectores productivos, de las necesidades familiares y comunitarias, es muy escasa. No se están atendiendo en las escuelas los problemas de la población. Formar líderes en el corto plazo es una opción, pero nunca hay dinero en el gobierno para las necesidades sociales fundamentales.

Nunca vi que se tomara con seriedad la orientación vocacional como política pública. Nos dijeron que escuelas había, que se estudiaba, en dónde podrías trabajar y hasta cuánto se ganaba en tal o cual carrera; pero nunca nos dijeron que había que fijarse en qué éramos buenos, nunca nos dijeron lo que podíamos llegar a ser. Los jóvenes y las personas en general están decidiendo su destino sin ningún conocimiento de sí mismos.

Asimismo, la educación financiera no la vimos ni por equivocación. Ya en la universidad, hablar de agronegocios en una institución como Chapingo, en donde te formas para ayudar a campesinos pobres, de tu mismo origen, era como un pecado.

Los valores éticos y cívicos también desaparecieron: rendir honores a la bandera, con el tiempo se hizo innecesario; o decirles a los niños y jóvenes que si algo no es suyo es de alguien más, también se olvidó, y se ha olvidado, con muy graves consecuencias.

También se nos olvidó enseñar el conocimiento de los recursos naturales, la forma de cuidarlos y aprovecharlos racionalmente, cómo conservarlos y acrecentarlos para que no falten en el futuro. Y fue así que perdimos bosques, suelo, agua, se secaron manantiales, tiramos la basura por todas partes y echamos nuestras aguas sucias a los ríos de donde tomábamos agua, sacábamos peces y era nuestra fuente de vida.

Finalmente, el apoyo al sector agroalimentario siempre ha sido marginal en los presupuestos públicos. En Puebla no ha sido la excepción. En los últimos 8 años el campo no tuvo recursos del estado más que los que la federación envió. Allí vive un tercio de los poblanos, pero la función en abasto de alimentos, agua para la población, empleo e ingresos es fundamental para la economía.

Por todo lo anterior, debemos tener completamente claro que los recursos del gobierno son para atender las necesidades de la gente y en ninguna circunstancia, para otros propósitos.

*ExRector de la Universidad Autónoma Chapingo

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