Viernes 19 de Abril de 2019

Hablar de cómo lucimos y cómo podríamos mejorar ese aspecto, es un tema complicado. Según estudios psicológicos, el 55 por ciento de la primera impresión está determinado por la apariencia, siendo el resto determinado por la forma de expresión verbal o corporal. Aun conociendo esta información, un sinfín de personas no prestan atención a su imagen, considerando este tema como banal, superfluo, innecesario, ridículo o que es exclusivo de la gente poderosa o rica.

Lucir bien no tiene por qué ser complicado o inaccesible. Las revistas y medios de comunicación hoy día hablan sobre el tema; en la red hay innumerables opciones para consultar: portales especializados, videobloggers, Instagram y pinterest. Los almacenes de ropa, la que sea, cuentan con personal que se especializa en apoyar a localizar lo que se necesita, o a dar opciones que complementen lo deseado, mientras que las tiendas en línea te sacan de apuros al chasquido de las teclas. Y así una larga lista de opciones en las que, sin problemas, puedes aprender sobre cómo lucir mejor y proyectar, con eso, seguridad y empoderamiento. 

El dilema ante todo esto, es la mentalidad. Lo digo así, porque nuestras creencias y juicios de valor hacen mucho en nosotros; y no porque alguien "no le preste atención a esas banalidades" significa que sea más humilde, o con mayor moral que la de los demás. Se trata de la autoconfianza, de reconocer que "como te ven te tratan". Pero aún más importante, de darse uno mismo la oportunidad de sentirse mejor de afuera hacia dentro. Y si se acepta el reto, es muy posible que la vida cambie, y cambie para bien. Sin embargo, eso sigue siendo una elección personal.