La ciudad según la ve la comunidad de Santa María La Alta

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Ubicada al sureste del municipio de Tlacotepec de Benito Juárez, cercana a la zona arqueológica Santo Nombre, dentro del área de influencia regional de la ciudad de Tehuacán, Santa María La Alta es una microciudad de apenas 8 mil habitantes, cuyo valor es su elevada cohesión social propensa a la sustentabilidad urbana y ambiental. Su vocación es industrial.

Apenas medio kilómetro abajo se extiende el fértil valle de Tlacotepec, irrigado por el distrito de riego de Valsequillo, un territorio valorado por una portentosa ingeniería hidráulica que desde mediados del siglo XX insufló de vida a las hasta entonces semiáridas tierras de los valles de Tepeaca, Tecamachalco, Tlacotepec y el de Tehuacán. La deriva ingenieril de las aguas de la cuenca del Río Atoyac hacia la cuenca alta del Río Papaloapan generó en consecuencia un emergente corredor agropecuario, que con cierto atropello alentó la vida agrourbana, el comercio y la agroindustria. Este corredor económico es aún el más potente del estado de Puebla.

Empero, aquella vida de ánimo agrícola que significó, sin duda, la resurrección de aquellos pueblos que de tanto crecer se volvieron ciudades, no benefició a Santa María La Alta, porque el poblado y sus tierras nunca tuvieron la posibilidad de ser humedecidos por el distrito de riego diseñado desde su origen bajo el principio de agua rodada por gravedad. Así, tan cercana del prominente emporio agropecuario, literalmente Santa María La Alta se moría de sed y también de ganas de progresar, a pesar de que sus recursos básicos eran escasos y sin posibilidad aparente.

Como los tantos poblados internados en la Mixteca poblana o del agreste piemonte, su Población Económicamente Activa no tenía más remedio que emigrar. Y en efecto, se convirtió, como ellos, en pueblo de migrantes. Con el tiempo, las solidaridades formaron parte de una cadena migratoria trasnacional muy sólida, que incidió en formas de aculturación imprevistas, originales e inéditas.

La organización comunitaria logró formar una agencia de migrantes focalizada en atender el cuidado humano de los flujos migratorios. La red de contactos derivó en una densa red social en que explícitamente se vinculan lo global con lo local. Hasta aquí nada que parezca diferente a otros pueblos con similar destino, basado en las carencias del medio natural y social.

¿Cuál es entonces la diferencia? Las iniciativas locales, sin duda alguna. Estos migrantes, a su retorno temporal o definitivo, en vez de usar los ahorros de sus remesas imitando las suntuosas casas de sus patrones americanos, o sus pautas de consumo, mejor se apropiaron de sus hábitos de inversión. Como traían saberes y habilidades nuevas, sembraron empresas dentro de la comunidad, y esto, en definitiva, les evitó ser arrasados por el impacto del Triángulo Rojo huachicolero que a pasos acelerados desestabilizaba la zona.

¿Qué prueba este ejemplo?

1. Que aún en los entornos más adversos, las iniciativas ciudadanas logran excepcionalmente emerger como el mejor capital humano, social y territorial.

2. Lo falso de esperar a que lleguen los programas de gobierno para empezar a mejorar el nivel de desarrollo comunitario.

3. Que la inclusión social no se improvisa; requiere tiempo y claridad de propósito de los ciudadanos empeñados en transformar organizadamente las condiciones de pobreza en oportunidades de desarrollo sostenible.

4. Que Santa María La Alta es en consecuencia un auténtico modelo de ciudad, porque es ante todo un paradigmático modelo de sociedad industrial, cercana al pleno empleo, sin problemas internos de movilidad, ni de habitabilidad elemental… Nada hacen sus habitantes sin visualizar su futuro y compartir sus anhelos.

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