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Está visto que los políticos mexicanos y sus familias son sensibles a los lujos de sus hogares o coleccionar viviendas calificadas de esa manera, lo que conduce luego a generarles problemas. 

Los servidores públicos en el pasado ganaban salarios altos, los que de toda forma no correspondían al lujo de las casas que habitaban y menos todavía para adquirir otras viviendas en lugares paradisíacos o de descanso o ambas. 

Esas viviendas siempre han sido el talón de Aquiles de los hombres y mujeres que siempre aclaran que su participación en política es por el simple hecho de servir a México, lo que no concuerda con la acumulación de fortunas en su paso por la actividad política. 

Los políticos (hombres y mujeres, más los primeros) suelen ser personajes que se dejan seducir por el canto de las sirenas, traducido en elogios sobre su inteligencia, preparación, su bien vestir y su estilo de vida, superior al de las clases medias o muy por encima de los salarios que devengan. 

No hay que ir muy lejos para comprobar que los cincuenta mil pesos que ganaba el hoy Presidente López Obrador no eran suficiente para cubrir las necesidades de tres hijos adolescentes y ya adultos, estudiando en escuelas privadas, así como la nueva familia formada por el entonces dirigente social. Claro que él aclara que también tenía ingresos por la venta de sus libros y otras actividades. 

La diferencia entre AMLO y otros actores políticos es que su modo de vida siempre fue austero, sin ropa de marcas caras, sin vivienda de lujo y mucho menos vacaciones en sitios relevantes. Primero habitó un departamento en Copilco, después otro en la Colonia Del Valle y más tarde un condominio horizontal en Tlalpan, nada más allá de la clase media que hoy fustiga y califica de aspiracionista. 

Comparativamente con otros Presidentes de la República que lo antecedieron, la diferencia es enorme, con la mayoría de ellos: Luis Echeverría salió de su casa construida en un espacioso terreno en San Jerónimo a Los Pinos, mientras que José López Portillo lo hizo del Pedregal de San Ángel. Miguel de la Madrid de la casa del León Rojo en Coyoacán y Carlos Salinas de Santa Teresa. Ernesto Zedillo vivía en San Jerónimo, pero rápidamente se mudó al Pedregal y Vicente Fox de San Cristóbal su rancho en San Francisco del Rincón. Felipe Calderón salió de Las Águilas rumbo a Los Pinos y Enrique Peña Nieto no poseía (aparentemente propiedad en la capital del país). 

La mayoría de los Presidentes tenían residencias majestuosas, unas más que otras y solamente un par de los mencionados habitaban viviendas de clase media alta. 

Eran otros tiempos en que no se veía mal que los mandatarios aceptaran regalos de todo tipo, aunque las cosas cambiaron radicalmente cuando se ventiló que el gobernador de Querétaro Rafael Camacho Guzmán, obsequió un hermoso rancho a José López Portillo. Fue desde entonces que se comenzaron a regular los regalos que podían recibir los funcionarios, llegando al extremo de casi desplazarlos. 

Pero con todo y nuevas reglas los servidores públicos de todos los niveles siguen siendo propensos al lujo en sus viviendas, eligiendo las zonas de más alto costo y buscando rivalizar con los empresarios y hasta con los altos jefes de la delincuencia organizada, por lo que no tiene empacho en hacer gala de sus propiedades. 

Es cuando caen de la gracia divina el momento justo cuando se ventilan la cantidad de propiedades con que cuentan ellos y sus familias. 

Si el sexenio pasado fue el de las casas de los principales colaboradores del Presidente Peña Nieto, incluida su esposa, además de la del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio y la de descanso adquirida por el secretario de Hacienda, Luis Videgaray y las que se conoce ahora que juntó el entonces director de Pemex, Emilio Lozoya en Ixtapa y Lomas de Chapultepec, sin dejar de lado las propiedades de las que se hicieron varios gobernadores como Javier y César Duarte, entre otros, el presente nos muestra la acumulación de propiedades de algunos servidores como Manuel Bartlett, Irma Eréndira Sandoval (ya fuera del gobierno). 

Veremos en las semanas y meses siguientes quienes más entran en esta desigual competencia. 

 

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