El “brazo armado” de AMLO
Alquimia de Poder
El país arde y la violencia alcanza a una sociedad civil indefensa frente a la lucha voraz entre delincuentes y la complicidad de un gobierno de México que se resiste a mirar el fracaso de su estrategia de seguridad, que hoy yace muerta y confinada en espera de ser rescatada por los mandos castrenses. Son tiempos donde la izquierda en el país, devela su complicidad y colaboración con la delincuencia organizada. Los últimos tres días han sido un crudo reflejo de lo que hoy se disputa en el territorio nacional. El hilo conductor de la violencia que se ha suscitado en Jalisco, Guanajuato, Chihuahua y Tijuana ha mostrado señales de ese brazo de la delincuencia que se apuesta de lado gubernamental para intimidar y acelerar el control militar en el manejo de la seguridad en nuestro país. Muchos agoreros como el inefable Epigmenio Ibarra intentan levantar una débil versión para ligar a la delincuencia con los grupos de derecha, cuando es esta izquierda gobernante la que ha encontrado buenos canales de entendimiento con los enlaces del Cártel de Sinaloa. Es aterrador empezar a entender el mapa de la violencia en México donde el crimen organizado aparece una y otra vez del lado presidencial. La quema de las tiendas de conveniencia en Guanajuato llevó un mensaje implícito para la rebeldía del poblano José Antonio Fernández Carbajal, Presidente del Consejo de Administración del Grupo Femsa. La quema de una veintena de vehículos en Baja California expuso el frontal enfrentamiento entre el hoy poderoso Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación. En Chihuahua los ataques a la población civil vulneraron toda gobernabilidad. Tanto así, que la gobernadora Maru Campos, la misma que está más cerca de la 4T que del PAN, arguyó una intervención quirúrgica de “emergencia” para desaparecer del mapa y dejar a Chihuahua en la indefensión. Quizá sólo acató las instrucciones de Palacio Nacional desde donde se le pidió salir del reflector para lo que venga y se dispute en su territorio. Es indiscutible que en México se libra una sanguinaria batalla entre cárteles del narcotráfico, con la acotación que la mano gubernamental inclina la balanza hacia uno de ellos, desde donde se operan apoyos, elecciones, protecciones, contratos, gubernaturas y todo lo que implique el nuevo poder de una izquierda que dista mucho de serlo. Los hechos han superado esos mediocres argumentos de un Presidente de México convencido en creerse sus mentiras, mientras el país arde y se hunde en la violencia. En tanto, pocos se atreven a cuestionar a Andrés Manuel López Obrador sobre los excesos de su gobierno al que poco a poco se la han ido cayendo los argumentos para sostener una transformación que no llegará. Los abrazos hoy son balazos que apuntan a un México abatido por una ola delincuencial que actúa con la impune protección que hoy sale directamente desde Palacio Nacional.
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