Cantinas más Famosas del Centro Histórico de Puebla

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“Si ocurre algo malo, bebes para olvidarlo; si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo; y si no pasa nada, bebes para que pase algo.” -Charles Bukowski

Las cantinas se han puesto de moda en México. Antes eran mal vistas y consideradas lugares de mala muerte, pero ahora están recobrando vida. Jóvenes, no tan jóvenes, personas de la tercera edad, mujeres y hasta turistas nacionales y extranjeros, conviven en estos lugares. Estos pequeños rincones están llenos de historia, eran lugares originalmente para hombres donde la masculinidad tomaba forma mientras le daban gusto a sus sentidos con las bebidas que ahí se consumían. Y aunque hay que aceptar que los tiempos han cambiado, también hay muchas mentes innovadoras tratando de conservar el concepto o intentando tomar cierta influencia de ello, para llevarlo a la modernidad de la ciudad de Puebla.

La Pasita, ubicada en calle 3 Sur #504, Centro Histórico, fue abierta 1916, lo que ha sorprendido a todos los poblanos y visitantes por la longevidad de este negocio, por lo que se ha convertido en uno de los atractivos turísticos de esta ciudad. Por este lugar han pasado desde artistas y hasta presidentes de México. La bebida típica es el licor de pasa que se sirve con una porción de queso y una pequeña fruta seca; todo esto se prepara al momento y de forma artesanal. Existe una leyenda sobre este lugar bastante interesante, la gente cuenta que puedes pedir la intensidad de la pasita de acuerdo a las calles que quieras caminar y mantenerte en tus cinco sentidos, pues después te quedarás tirado. Incluso, los cantineros te preguntan “¿Cuántas cuadras?” al momento de servir la pasita.

La Terminal, ubicada en calle 4 sur #708, Centro Histórico, tiene todos los elementos que la convierten en una cantina de verdad. La decoración bohemia y el ambiente que sus empleados y clientes crean en este pequeño local de menos de 10 mesas, son la opción ideal cuando sales del trabajo o quieres una cerveza. El distintivo de esta cantina son definitivamente las sangrías o vampiritos, cuya receta única te harán que quieras pedir más, pero ojo, no dejes que te engañe su buen sabor, porque estamos seguros que con una quedarás bastante satisfecho.

Licorería San Pedrito, ubicado también en el centro de la ciudad, es un lugar ambientado con decoración rústica, tiene poco tiempo pero se siente como un alma vieja.  La famosa grosellita es la bebida de la casa, una receta especial que contiene una mezcla de aguardiente de piloncillo, grosella, sal, jugo de limón y hasta sal de gusano (suena raro pero sabe bien), así que no dudes en probarlo.

El Bar de J.M.Rosendo. Pensaba y estaba convencido de que su taberna estaba cargada de magia. Sus vitreaux y luces intercaladas entre botellas y copas de diferentes, lo hacía acogedor. Al final de la cálida y larga barra había una antigua lámpara con su pantalla de ébano y marfil, que iluminaba con rayos tenues, cobijando a los parroquianos. El amplio salón circundado por vidrios biselados y su luz cómplice, mantenía la privacidad de los reservados y le daba un toque de bohemia ya pasada.

El reloj con su pesado péndulo, de pie sobre un esquinero se veía desde todos los sectores del recinto, marcaba las veintiuna, tiempo de llegada de los primeros clientes.  Algunos conocidos y otros por conocer. La taberna suplía las carencias de afecto que él padecía.

La Mina de Plata, ubicada en calle 3 norte #803, es una cantina con más de 60 años de historia y sigue siendo una joya cultural que mezcla el clásico folklor mexicano con sus bebidas más representativas; El jugo de rana, el jerez, los mojitos y el rompope que solo se vende por temporadas, son algunos de los grandes éxitos en este lugar, todos ellos preparados con una receta especial que los diferentes trabajadores del lugar, han logrado perfeccionar durante todo este tiempo.

El próximo fin de semana, podrías conocer estas emblemáticas cantinas.

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