Tecnologías de reconocimiento facial e identificación biométrica en aeropuertos

Tener identificadas a las personas por sus datos biométricos puede traer consecuencias muy graves no sólo en su esfera más íntima sino para la sociedad

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El atentado del 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center de Nueva York representó un parteaguas  en los procesos de identificación de las personas usuarias de servicios aéreos. Ese lamentable suceso dio origen a una nueva realidad en los procesos de seguridad, particularmente, los que se basaban en la identificación de las y los pasajeros.

Tecnologías como el reconocimiento facial y la identificación biométrica emergieron como una vía para brindar mayor seguridad, ya que comenzaron a utilizarse en los aeropuertos de dos formas: para la identificación, y para la autenticación o verificación.

La primera de ellas como una técnica para determinar la identidad de una persona a través de la captura de un elemento biométrico, como la huella dactilar o el rostro, para, posteriormente, compararla con los datos biométricos de otras personas.

Por lo que respecta a la autenticación y verificación, en esta técnica se comparan las características de una persona con una plantilla biométrica de ella misma con el fin de determinar su semejanza. Este modelo de referencia -la plantilla- se almacena en una base de datos o en un elemento portátil seguro, como una tarjeta inteligente. Posteriormente, se comparan los datos almacenados con los datos biométricos obtenidos para corroborar que es quien dice ser a través de la coincidencia con la plantilla biométrica.

Si bien estas tecnologías revelan más información personal, dependiendo del dato biométrico obtenido, también implican riesgos ya que pueden presentar probabilidad de error, al dar falsos positivos (que se acepte el ingreso de una persona que no es la misma) y falsos negativos (que no permita el paso a una persona que sí es la titular de los datos), esto dado que la precisión de los sistemas depende de factores que van desde la tecnología misma, hasta las condiciones en que se obtienen los datos, la limpieza del sensor y de la propia persona, toda vez que, con la edad, nuestros rasgos faciales o la huella digital, por ejemplo, van cambiando.

En el Instituto Nacional de Transparencia somos conscientes de la necesidad de apuntalar esfuerzos orientados a garantizar la privacidad y la correcta gestión de los datos personales en estos procesos, más aún, en mundo cada vez más tecnológico e hiperconectado. En ese sentido, aprobamos, por unanimidad, que el Instituto Nacional de Migración informe sobre la tecnología y los sistemas de identificación biométrica, cámaras de reconocimiento facial, detección de iris y huellas digitales utilizadas en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).

Lo anterior, dado que la vigilancia generalizada sobre la sociedad puede generar efectos paralizadores y vulnerar la dignidad humana, así como afectar derechos fundamentales. De ahí la relevancia de evaluar el cumplimiento de los principios de proporcionalidad, información y consentimiento en el tratamiento de los datos personales y de dar certeza a la sociedad.

En ese contexto, es importante que las entidades y las organizaciones públicas y privadas se involucren y sean conscientes de los riesgos y, sobre todo, del impacto que puede conllevar la utilización de tecnologías que procesan datos biométricos para la identificación o autenticación de personas.

Tener identificadas a las personas por sus datos biométricos puede traer consecuencias muy graves no sólo en su esfera más íntima sino para la sociedad en su conjunto, dado el control y las intrusiones severas que representan.

@bl_ibarra

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