Otro bosque. Mujeres y cuentos de hadas en Latinoamérica de Lola Horner
Las historias orales juegan un papel fundamental para la creación de literatura en muchas culturas y enriquecer el léxico
Dividido en 4 capítulos, el libro Otro bosque. Mujeres y cuentos de hadas en Latinoamérica de Lola Horner, nos transporta hacia la oralidad, a los cuentos que nuestras madres, nuestras tías o nuestras abuelas nos contaban. De inmediato, uno puede verse en medio de la sala de nuestra casa, sentado en el piso para abrir los ojos muy grandes con las versiones de historias que tanto nos deleitaron. Y es que no hay eso que mucha gente llama “versiones originales”, pues las historias orales juegan un papel fundamental para la creación de literatura en muchas culturas. Así se llega a los mitos y a las obras fundacionales de varias sociedades. Claros ejemplos para occidente son Iliada y Odisea que, aunque se ha dicho que un tal Homero las escribió, no hay nada claro. Sin embargo, las historias que no intentan ser fundacionales sino representar pequeñas colectividades también tienen importancia no solo doméstica sino social. La voz de las mujeres, en muchos lugares representadas por la voz de las abuelas y las madres, es viaje iniciático por la ficción. El corpus de este libro de ensayos se rige por cuatro cuentos: “Barba Azul”, “Caperucita Roja”, “La Bella y la Bestia” y “La Bella durmiente”. ¿Cómo se reinterpretan desde América Latina y cuál es el rol que juegan las mujeres para que los cuentos continúen vivos? El capítulo 1 se titula “Dentro de la cámara sangrienta: reescrituras de Barba Azul”, en donde nos damos cuenta de que las mujeres son quienes nos cuentan las historias y terminan por no llevarse el crédito ni como autoras y en muchas ocasiones se quedan como la mera anécdota de quien le dio voz a nuestros primeros viajes con la imaginación. Hablando de lo meramente literario, nos daremos cuenta de cómo, desde hace mucho tiempo, la literatura sirvió como adoctrinamiento para sus lectores, pues las moralejas trataban de forjar el carácter de quienes leían estas historias, que hay que añadir, principalmente eran dirigidos hacia mujeres y niños: Este fenómeno se repite multitud de veces en la historia del género: son las mujeres quienes relatan los cuentos de forma oral, quienes los reproducen de madres a hijas y de abuelas a nietas. Existen escritoras que en su momento gozan de fama y fortuna con sus recopilaciones, y, pese a ello, son las plumas masculinas las que cuentan con mayor prestigio y difusión. El por qué ocurre esto obedece a razones históricas y sociales, y está más relacionado con cómo van asentándose los cánones que con baremos de pura calidad literaria. (pp. 32) Barba Azul es un personaje de clase acomodada que ha castigado dos veces a las mujeres que se convirtieron en sus esposas: la curiosidad es castigada con el asesinato. La tercera esposa encuentra el cadáver de sus dos predecesoras. Lola Horner cuestiona la razón por la cual asesinaría a la primera mujer pues no había un cadáver anterior: “Barba Azul era la representación literaria de aquella violencia que se justificaba una y otra vez; la versión de las mujeres no se consideraba igual de importante”. En el relato, se plantea el hecho de que se debe castigar a la mujer por su curiosidad, sin embargo, poco se dice sobre la crueldad y los asesinatos de Barba Azul. Horner plantea un cuestionamiento: si la segunda mujer fue asesinada por curiosa al descubrir el cadáver de la primera esposa, ¿qué acción realizó la primera para ser asesinada? El título del libro nos da idea de la cualidad de los cuentos de hadas: son susceptibles de ser reescritos –o de ser contados en diferentes versiones y no pasará nada, pues eso también es parte de la literatura: la invención de otras realidades y no la construcción de una verdad–, así tendremos reescrituras de cuentos de hadas feministas por Angela Carter, Rosario Ferré y Ann Sexton, por citar algunos ejemplos. Para el caso específico de Barba Azul, Luisa Valenzuela, con el cuento “La llave” hace su propia reescritura; lo mismo hizo Silvina Ocampo en el cuento “Jardín de infierno” y la mexicana Ave Barrera. En el capítulo 2, “Para comerte mejor: reescrituras de Caperucita Roja”, nos remontaremos a los personajes que no son completamente animales y tampoco son completamente humanos, es decir, aquellos que se quedan a la mitad como el lobo del cuento de Perrault, que no son encantadores –como sí lo es Barba Azul– sino todo lo contrario: son agresivos y pueden propinar un castigo –en este caso devorarlos– a quienes se le atraviesen. En el capítulo anterior, las acciones tienen un trasfondo, como ya se mencionó: una moraleja; para este capítulo, nos encontraremos que las acciones entre los personajes –e incluso los escenarios– se convierten en hechos simbólicos, como el caso del bosque, el cual dependerá de si es luminoso u oscuro para entregarnos su significado. O quizá pueda verse como una dualidad opaca y diáfana al mismo tiempo. En el caso de Caperucita, el bosque es el camino en el cual la heroína adquiere conciencia de sí y se despoja de su inocencia. Se le pide a Caperucita que sea un cuerpo entre otros cuerpos que, indiferente y ciego ante la realidad, transita la misma ruta que se ha transitado por generaciones sin reaccionar de ninguna manera perceptible al llamado de la aventura. (pp 75) Y es importante tomar consciencia de que el lobo es un animal y al mismo tiempo no lo es, que aquello que termine en sus intestinos, jamás saldrá de ahí. El tercer capítulo se titula: “Un extraño par: reescrituras de La Bella y la Bestia”, aquí el apunte de Lola Horner se dirige hacia las escritoras latinoamericanas que han reescrito este cuento: Clarice Lispector y Marina Colasanti. Una de las partes medulares de este capítulo se basa en la teriantropía, que es cuando alguna persona –o incluso una criatura– puede mutar su forma de manera voluntaria –un guiño a los nahuales en la zona centro de México. Lola Horner nos refiere que hay una idea detrás de este cuento y que es tratar como objeto a la mujer, pues el único medio para validarse es el matrimonio y así alcanzar cierta clase social, aunque su marido sea un animal –sin metáfora– y que ella esté dispuesta a sacrificarse solo para escalar socialmente. El matrimonio como una forma de libertad y al mismo tiempo de anclaje, por no decir esclavitud. Antes de pasar al cuarto capítulo, cabe señalar la importancia que Lola Horner les da a las versiones de Walt Disney, pues, aunque los Hermanos Grimm y Charles Perrault son importantes, para el siglo XX, la presencia del estadounidense es muy importante como un escritor que moldeó las formas de percibir a los cuentos de hadas. Es decir: construyó otra forma de infancia. “La madre devoradora: reescritura de La Bella Durmiente”, es el último capítulo en donde Lola Horner vuelca su pluma hacia las maternidades. Nos dice que, si encontramos una alegoría del matrimonio en La Bella y la Bestia, para el caso de La Bella Durmiente el cuento se puede traducir en una parábola de la vida doméstica de las familias, con la maternidad como tema rector del relato. Aquí viene una mención importante a lo que se describía al inicio: las abuelas, tías y madres son importantes para la proliferación de estas historias, pero al mismo tiempo, al interior de los relatos, se pueden convertir en personajes odiados: madrastras, suegras, madres con las que podemos no estar de acuerdo y generar una rebelión en su contra: En el caso de La bella durmiente, el elemento de diferenciación y ambivalencia es una de las partes constitutivas de la trama. La Bella debe ser dueña de su propio cuerpo y completar su tarea de despertar sexual (que comienza con el beso) y luego asumir el poder como reina del castillo (desplazando a la reina madre) para completar su proceso de individuación. Estas tareas intrapsíquicas que se inscriben en lo cultural se intersectan con las ansiedades culturales que atraviesan el relato: la relación entre los sexos, los ciclos naturales de muerte-vida en los que la maternidad es un elemento definitorio y la ambivalencia que se experimenta hacia la figura materna. (pp 129) Encontraremos las reescrituras de La Bella Durmiente por parte de Rosario Ferré y Marina Colasanti. Y es importante destacar una aseveración de Horner: “Nos urge a reinventar nuevas maneras de concebir y ejercer la maternidad, que no se limiten a estereotipos reduccionistas o villanas teatrales.” Otro bosque. Mujeres y cuentos de hadas en Latinoamérica de Lola Horner deberá tener una repercusión sobre los y las lectoras de cuentos de hadas, pues ahora se encontrarán más expectantes, se volverán más perspicaces para encontrar aquellos elementos que discriminen, que traten como objeto a las mujeres. Es decir, encontrarán, en muchas ocasiones, que el trasfondo social donde surgen las historias está plagado de misoginia estructural. Este libro contribuye a darle una cincelada a ese muro de machismo. Otro bosque. Mujeres y cuentos de hadas en Latinoamérica de Lola Horner. Universidad Autónoma de Nuevo León, 2023. ColofónLa semana pasada mencioné a 3 escritores poblanos. Esta semana es el turno de mencionar a 3 escritoras poblanas de distintas generaciones y que vale la pena leer: Libia Brenda con De qué silencio vienes (Dirección General de Publicaciones BUAP, 2023) un libro de cuentos que puede categorizarse como Ciencia Ficción, sin embargo, habrá que platicar con Libia Brenda para saber cuáles son las raíces de donde abrevan sus historias, aunque Libia lleva muchos años viviendo en la CDMX, su origen poblano la respalda. La segunda autora es Fabiola Sánchez Palacios con su novela más reciente: La verdadera historia de la mujer lagarto (Nitro Press, 2023) la cual nos llevará a una caída en abismo pues se trata de una escritora tratando de escribir una novela y en cada uno de sus capítulos va fracasando, esa novela dentro de la novela se titula La historia de una mujer sin nalgas. Finalmente, la más joven de las 3: Georgina Moctezuma, quien escribió El jardín de los ídolos, libro con el cual obtuvo el Premio Nacional de Ensayo Joven. En sus páginas nos encontraremos con Puebla, la ciudad que habita Gina, y que poco a poco se irá revelando como una ciudad-documento histórico, un libro que invita a observar desde otra perspectiva una ciudad que nos es cotidiana. Me despido como decía el maestro Ibarra Mazari: ya mis burros van lejos, voy y vengo. |
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