La llegada de Trump al poder también marca para México un tiempo, quizá muy oscuro en las relaciones bilaterales con nuestro vecino del norte
El día llegó y no solo los estadounidenses tienen mañana lunes una cita con una nueva historia en su país. Los mexicanos también observaremos muy de cerca el arribo del Presidente norteamericano número 47 en la figura de Donald Trump. El discurso incendiario de un hombre estridente que hoy se hace acompañar y asesorar de los personajes más ricos del planeta, quienes marcan agenda en avances tecnológicos, nos deja ver el arribo de un gobierno que, con sus abismales diferencias, coincide con el mexicano en llegar al poder sin el estorbo de los contrapesos políticos y con un bloque republicano que lo respaldará seguramente en sus más descabelladas advertencias. Los mexicanos estamos en el umbral de muchísimos riesgos que minimiza un gobierno morenista cuyo discurso contradictorio, por un lado, llama a la unidad y por el otro, etiqueta como “opositores” a toda una gran diversidad poblacional que no votó por el partido en el poder. Mientras el gobierno actual le ha dado continuidad con menos intensidad al discurso de una gran polarización, los riesgos frente a las amenazas del próximo gobernante norteamericano seguramente se dejarán sentir en las primeras semanas de mandato. El riesgo de una oleada masiva de deportaciones es una realidad que desde el ámbito gubernamental se intenta contener solo con dichos, pero no con una estrategia preventiva frente a todo lo que ha empezado a ser una realidad. El tema de la seguridad y la declaratoria de terrorismo en contra de los cárteles mexicanos es quizá uno de los puntos de quiebre más álgidos que se pronostican con efectos de una cruda ola de violencia muy superior a lo que ahora estamos viviendo en regiones como Sinaloa o Tabasco. La llegada de Trump al poder también marca para México un tiempo, quizá muy oscuro en las relaciones bilaterales con nuestro vecino del norte. Sin duda, como mexicanos, requerimos afianzar esa llamada unidad que hoy está muy lejos de hacerse presente en un país resquebrajado por un gobierno que de manera imperativa impone, sentencia y vulnera a todos aquellos que piensen diferente. La era de Trump seguramente marcará también el actuar de un gobierno morenista que no cuenta con un respaldo social como para hacer frente a una embestida norteamericana en diferentes frentes: Migración, seguridad y economía. Las organizaciones delictivas han endurecido la violencia en territorio nacional. Incendios, cuerpos desmembrados y la cruda muestra de que siguen operando con toda impunidad, anticipa que de las primeras acciones que emprenda el gobierno de Trump estarán relacionadas con la seguridad y la producción de fentanilo desde territorio nacional. Vienen tiempos de mucha inquietud para un México dividido, golpeado, ausente, sin oposición y con una sociedad que quizá defiende la autonomía nacional, siempre que está, no se politice, abandere personajes indeseables o intente de teñir de guinda el respaldo ciudadano.
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