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La espiral de sangre

La espiral de sangre en Sinaloa crece sin que nadie pueda hacer nada para detener lo que a todas luces es un cogobierno delincuencial

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Memorias del Crimen

Las estampas de protesta que durante dos marchas se dieron en Culiacán,

Sinaloa tras la muerte de dos infantes no fueron suficientes para que la Presidenta

Claudia Sheinbaum escuchara a una ciudadanía indignada por la protección que

se sigue dando al gobernador de esa entidad, Rubén Rocha Moya.

Y es que mientras Culiacán arde por los enfrentamientos de grupos criminales, los

ciudadanos siguen atrincherados temiendo ser los próximos que puedan sufrir

algún tipo de agresión.

Las redes sociales son esa ventana alterna donde la sociedad sinaloense se ha

volcado para externar una gran indignación por las muertes de dos infantes que

junto con su padre fueron ultimados por negarse a detener su vehículo.

¿Qué más falta ver en Sinaloa para que el gobierno de la República reaccione y

remueva a un gobernador, quien más que ejercer gobernanza, esconde la cabeza

como avestruz para esquivar dar explicaciones?

Pues al parecer falta ver mucho, pues tras las dos marchas en contra de la

inseguridad y la petición de renuncia del mandatario estatal, la respuesta se dio de

parte de burócratas y algunos integrantes del partido morenista de Sinaloa,

quienes adelantaron que organizarán otra marcha, pero ahora en respaldo del

mandatario.

Sostener a Rocha Moya en la gubernatura de Sinaloa tiene una lectura muy

delicada y desafiante que ha generado una percepción nada favorable, no solo

para la Presidenta Claudia Sheinbaum, si no para Morena como partido

gobernante.

Las hipótesis sobre el blindaje que se le da al mandatario sinaloense son muchas,

sobre todo cuando a pesar de circular versiones que lo señalan como uno de los

involucrados en la muerte de Melesio Cuén Ojeda, se mantiene firme en el cargo.

Algunas voces indican que Rocha Moya es una especie de “carcelero” cuyas

llaves en mano son claves para abrir muchas otras puertas que conducen a esas

relaciones que altísimos mandos de Morena entablaron con cabezas de

organizaciones delincuenciales.

Estas versiones no son tan descabelladas, cuando luego de algunas semanas de

la estadía del Secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch en ese

territorio culichi, los resultados fueron breves chispazos mediáticos que no

sirvieron para nada.

Hoy Rocha Moya sigue sentado en sus reales, malabareando frente a las serias

acusaciones que lo colocan no como un gobernador, sino como un interlocutor con

organizaciones delictivas y otros personajes claves dentro del morenismo.

La espiral de sangre en Sinaloa crece sin que nadie pueda hacer nada para

detener lo que a todas luces es un cogobierno delincuencial.

Mientras esto ocurre, las pérdidas se siguen acumulando para muchísimos

empresarios de la región quienes han decidido cerrar empresas y emigrar hacia

otras entidades.

Los sinaloenses llevan meses en un “toque de queda” del que el gobierno no

habla, pero la sociedad lo padece.

El enfrentamiento criminal lleva meses sin que el gobierno meta las manos, pues

se sabe que muchos de ellos son lo que siguen poniendo y quitando a Presidentes

Municipales y mandos policiacos.

Manuel Clouthier, hijo de “Maquío”, uno de los líderes morales del panismo,

denunció este fin de semana en sus redes sociales, que fue incendiada una de

sus oficinas móviles instalada en una construcción ubicada en Colinas de San

Miguel.

A través de su cuenta de X, Clouthier descartó que se hubiera tratado de un corto

circuito. Aseguró, qué personas armadas llegaron y prendieron fuego.

El ex diputado federal pidió al gobernador garantizar la seguridad para poder

trabajar.

En tanto, su hermana, la morenista Tatiana Clouthier también se manifestó en sus

redes sociales sobre la marcha ciudadana realizada en Culiacán, tras la muerte de

dos infantes.

Tatiana fue contundente al manifestar: “Bien x los culichis, desde Nuevo León nos

unimos y sobre todo una vez más pedimos a los poderes responsables hacer lo

que les toca y escuchar el clamor, el pueblo pone, el pueblo quita”.

Y, sin embargo, frente a la inconformidad social con los mandatos morenistas de

Sinaloa y Tabasco, como en los viejísimos tiempos del priísmo, los gobernantes

exigen a las burocracias doradas y a los militantes de su partido, salir a las calles,

para hacer una burda representación de apoyo que no es real.

 

 

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