Alguien debería decirle a la presidenta que en los tiempos del desarrollo tecnológico que vivimos, cada día será más difícil ocultar, negar y culpar
Mucho se ha hablado y escrito de la falta de cumplimiento de los principios básicos que López Obrador sugirió como líneas de exigencia para sus colaboradores y familiares al inicio de su mandato: no mentir, no robar y no traicionar. Hay innumerables casos conocidos de familiares y de colaboradores del gobierno que encabezó López Obrador que demuestran que al contrario de lo exigido, si mintieron, si robaron y si traicionaron. Por eso, me parece oportuno poner sobre la mesa lo que creo que fue el legado del obradorato: ocultar, negar y culpar. Prácticamente, todos los gobiernos tienen la tentación (por recomendación de los asesores más cercanos o por exigencia del que encabeza el gobierno) de ocultar o de negar los hechos que suceden y que provocan una imagen negativa en ese ejercicio de gobierno. Sin embargo, culpar al pasado de manera sistemática, pero no al pasado reciente, sino a los gobiernos de muchos años anteriores, en lo que llamaron gobiernos neoliberales, pero en especial a un presidente, así como culpar a España por su actuación durante la conquista, sucedida hace 7 siglos, fue hasta enfermizo. Desafortunadamente, así sucedió con todos los actos y hechos que durante el 2018 y el 2024 se conocieron durante el obradorato. Se ocultaba la información y ejemplos tenemos muchos, desde lo relacionado, sobre todo, a las tres obras que iniciaron su construcción por el capricho presidencial, el aeropuerto Felipe Ángeles; el tren maya y la refinería de dos bocas. Esos contratos, como la mayoría de los contratos por asignación directa, fueron reservados bajo el pretexto de la “seguridad nacional”. Se negaba la información bajo la expresión de “yo tengo otros datos” y sistemáticamente se culpaba al pasado de prácticamente todos los errores del gobierno, porque era evidente la falta de resultados tangibles, sobre todo en el tema de la inseguridad. Para desgracia de los mexicanos, las señales que está dando este gobierno parecen encaminadas a seguir esa misma línea de acción. En el tema de la estrategia para el combate a la inseguridad y al crimen organizado, si bien es cierto que se ha dado a conocer el desmantelamiento de más de 40 laboratorios donde se procesaban droga, sobre todo de fentanilo, también es cierto que se oculta de donde vino la información para ubicar y actuar contra dichos laboratorios, así como los responsables de su operación. Para negar también ha salido bueno este gobierno. El hecho de que el gobierno de los Estados Unidos le retire la visa a la gobernadora del estado más cercano al país del norte, Baja California, no es un hecho menor y el gobierno en sus declaraciones, lo que hace es negar la magnitud e importancia del asunto. Y que decir del lamentable acontecimiento ocurrido el fin de semana en donde al chocar el buque escuela “Cuauhtémoc” contra el puente de Brooklyn en Nueva York, perdieron la vida dos estudiantes de la marina armada de México y muchos más resultaron heridos. El gobierno, en los momentos siguientes al hecho, aunque sí se solidarizó con las personas que fallecieron y con sus familiares, lo que más trascendió fue culpar a la oposición de utilizar políticamente el hecho. Desafortunadamente, para el gobierno de morena, vivimos una etapa en la que la información “vuela” por las redes sociales, que la mayoría de las personas con un teléfono celular se convierten en reporteros y más pronto que tarde, nos enteramos de que quienes lucraron políticamente con el buque escuela, fueron los simpatizantes del partido gobernante, en apoyo a candidatas y candidatos del proceso de elección del poder judicial, afines al gobierno. Alguien debería decirle a la presidenta que en los tiempos del desarrollo tecnológico que vivimos, cada día será más difícil ocultar, negar y culpar.
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