La llamada Elección Judicial, esa que se vendió como el evento más revolucionario desde la invención del molcajete, terminó siendo más triste que quincena sin depósito
¡Vecinas, vecinos!
Pues qué histórico, dijeron. Que el pueblo bueno y sabio por fin tendría en sus manos al Poder Judicial, gritaron. Qué adiós a la mafia de toga y birrete, prometieron. Pero lo que realmente tuvimos este domingo en Puebla —y en buena parte del país— fue otra edición más de ese deporte nacional que tanto nos apasiona: elecciones con acarreo, amenazas, casillas vacías y boletas que viajan solas y regresan marcadas.
Una joya. Te puede interesar: Elección Judicial en Puebla cierra con 65 incidentes menores La llamada Elección Judicial, esa que se vendió como el evento más revolucionario desde la invención del molcajete, terminó siendo más triste que quincena sin depósito. En Puebla, apenas votó el 2.7% del padrón, o sea, menos personas que las que hacen fila para el estreno de una película de Marvel un miércoles cualquiera.
Pero no nos pongamos trágicos, porque hubo de todo para amenizar la jornada:
Casillas que no abrían porque llovía (porque claro, organizaron elecciones como si el clima no existiera). Secuestros exprés de funcionarias del INE en iglesias (porque democracia sí, pero con altar). Boletas robadas en San Martín Texmelucan y mágicamente regresadas… ya marcadas. Amenazas a funcionarios de casilla en más de una docena de municipios. Y aun así, el INE nos dice con voz firme que todo se realizó conforme a Derecho.
Claro que sí, como siempre. Lo más delicioso de todo esto es que se suponía que este ejercicio era para “empoderar al pueblo”, para que ahora sí, la justicia se decidiera desde abajo. Pero parece que abajo ya sabían cómo jugar el juego. En esta fiesta no hubo pastel democrático, pero sí el clásico menú del PRIMOR:
Un poco de priismo de los 90, una pizca de morenismo del siglo XXI, y una buena ración de cinismo institucional al gusto.
Porque, seamos honestos, esto no se trató de darle voz a la ciudadanía, sino de ver quién acarreaba más y quién intimidaba mejor, todo mientras el pueblo veía desde su casa, confundido, porque ni sabía a qué jueces estaba eligiendo ni por qué.
Spoiler: nadie sabía. Y luego viene el INE a decir que no es su culpa, que fue falta de interés, que “la ley no ayudó”, que “falta pedagogía electoral”.
¿Pedagogía? A lo mejor, si en vez de repartir trípticos aburridos hubieran puesto a los candidatos a hacer TikToks con filtros de perrito, otro gallo cantaría.
Lo más triste —o más bien, lo más irónico— es que con una participación tan baja y tantas prácticas turbias, esta elección ya sentó precedente. El mensaje es claro: si el Poder Judicial va a ser electo por voto popular, será con los mismos trucos de siempre. Ya no importa quién llegue, sino cómo se llegó. Y eso, damas y caballeros, *ya lo dominan los de siempre*. Así que sí: hicimos historia, pero no la que queríamos.
Hicimos historia… a la mexicana: con boletas robadas, casillas mojadas y promesas democráticas en papel reciclado. Y mientras el país presume su “justicia popular”, la democracia sigue durmiendo la siesta, abrazada del PRIMOR. * Vecinas, vecinos, nos leemos mañana.
Acuérdense que el que se enoja pierde.
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