El gobernador Alejandro Armenta logró un acuerdo con la empresa La Peninsular para liquidar la deuda 14 años antes
¡Épale, vecinas y vecinos!
¡Se acabó la hipoteca más elegante y costosa del hemisferio occidental!
Y es que el Museo Internacional del Barroco —ese bello armatoste con alma de mármol y espíritu de PowerPoint— ya está pagado. Sí, aunque usted no lo crea: lo que iba a chupar presupuesto hasta el 2039, hoy es cosa del pasado.
¡Y apenas estamos en 2025!
Esto sí es romper el ciclo de la deuda creativa.
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Para quienes no lo recuerden, esta obra magna fue impulsada por el exgobernador Rafael “todo a crédito” Moreno Valle, quien dejó un museo tan barroco como la letra chiquita del contrato que lo sostenía. Porque no se trataba solo de construirlo, no señor: había que pagar también el equipo multimedia, los recursos museográficos, los aromas del lobby y, claro, el mantenimiento vitalicio de cada rincón. Por eso se firmó una Asociación Público-Privada (APP), es decir, un “cóbrame como quieras, pero no hoy” institucionalizado. Y ahí fuimos, como buenos deudores: año con año, las y los poblanos soltamos millones de pesos para mantener el museo que casi nadie visita, pero que todos pagamos.
¡Hasta 523 millones en un solo año! ¿Y por qué no? Si ver una maqueta interactiva de Sor Juana lo vale, ¿no? Pero no todo fue oscuridad.
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El gobernador Alejandro Armenta logró un acuerdo con la empresa La Peninsular (sí, del Grupo Hermes, ese pequeño emprendimiento de Hank Rhon) para liquidar la deuda 14 años antes. ¿El método? Misterioso. ¿El resultado? Liberación total. ¿La cantidad que nos ahorramos? Según los optimistas, casi 2 mil millones. Según los escépticos, “ya ni modo, pero al menos ya no debemos más”. Así que celebremos. Ya no tendremos que explicarles a nuestros nietos por qué seguíamos pagando un museo cuyo boleto es más barato que el Uber para llegar hasta allá. El Barroco queda saldado. La deuda, enterrada. Y Puebla, por fin, un poco menos decorativa y un poco más libre. Ahora sí, que vengan los verdaderos proyectos: como tapar baches, poner drenaje y, por qué no, abrir un museo más modesto que no requiera pagarle renta al bisnieto del contratista. * Vecinas, vecinos, nos leemos el lunes.
Acuérdense que el que se enoja pierde.
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